sábado, 28 de diciembre de 2013

Confesiones de un admirador secreto - Capítulo 4

Sheena yacía despierta en la cama. No podía dormir, estaba demasiado distraída. La noche anterior había sido rara... Le había dicho a Jace que le dijera a Damian que durmiera en la cama con ella. A ella realmente no le gustaba la idea de que él tuviera que dormir en el sofá, sobre todo porque no sabía qué hora se acostarían sus amigos, después de todo estaban de vacaciones. Así que si él quería acostarse, tenía que esperar a que todo el mundo se fuera. No le parecia justo.
Por eso mismo le había dicho a Jace lo que le había dicho y había subido al dormitorio, para prepararse y meterse en la cama. Se había puesto su pijama de verano, un top ajustado y pantalones cortos. Fue a lavarse los dientes y quedo completamente alucinada cuando Damian entro, llevando solo unos bóxers negros y este empezó a cepillarse los dientes justo al lado de ella. Como si fuera la cosa más normal del mundo y lo hicieran todos los días.
¿Qué demonios...?
Él termino, se metió en la cama y esperó a que Sheena se metiera bajo las sabanas, para apagar la luz. Poco después, ella pudo oír su respiración regular y sintió su cuerpo relajarse a su lado. El calor de su cuerpo la envolvía completamente y menos mal, porque estaba temblando de pies a cabeza
Su olor varonil le llenaba la nariz y la hizo temblar aún más, aunque no exactamente por el frío.
Así que definitivamente... raro. Y todo había ocurrido tan solo hacia algunas horas. Había estado dando vueltas, inquieta desde entonces, con cuidado de no despertarlo. Ella estaba tumbada de lado, y la claridad del amanecer le permitió verlo con claridad. Su pelo negro, pelo que le encantaría tocar… parecía tan sedoso. Lo llevaba corto, aunque no demasiado, le iba perfecto el estilo.
Tenía una expresión pacífica y no parecía tan serio como era habitual en él.
Sus ojos eran grandes y estaban llenos de largas pestañas y Sheena podía imaginar fácilmente el color de sus ojos aunque los tuviera cerrados, ya que le recordaban a un mar Caribeño. Azul Turquesa.
Una nariz afilada y labios gruesos y hermosos completaban los rasgos de su rostro. 
Labios besables... muy besables. Se inclino hacia delante de manera inconsciente pero se contuvo justo a tiempo.
¿No has aprendido nada en todo este tiempo?
Que tonta era.
¿Darle un beso mientras dormía?
¿Qué pasaría si se despertaba? ¿Si la pillaba en el acto?
¿La alejaría… o la besaría de vuelta?
Sabes tan bien como yo que hay una línea muy fina entre el amor y el odio... así que dime tú... ¿Él te odia... o te ama?
Las palabras de Jace habían estado rondando por su mente toda la noche. Era demasiado absurdo considerarlo siquiera, pero aún así...
Sus ojos bajaron más por su cuerpo musculoso, estaba tan bronceado, y ella sabía que todo era natural. Le encantaban los deportes al aire libre y se cuidaba mucho.
Realmente era perfecto. Sus musculosos brazos estaban decorados con unos tatuajes increíbles, tatuajes que deseaba recorrer con su lengua, para después pasar a sus abdominales tan perfectamente formados...
Ella apostaría cualquier cosa, a que serian duros al tacto, pero como seda bajo sus dedos. Suaves y duros… Tuvo que contener el gemido que se le estaba formando en la garganta. Sus dedos picaban con la necesidad de tocarlo y comprobar su tenía razón y estaban tan duros como parecía… y hablando de duro…
Sus ojos viajaron un poco más abajo hacia sus boxers negros y oh. Dios. Mio.
- ¿Te gusta lo que ves?

*-*-*

Foto: Fantastic shot of new up and coming model David Jacob

Photo Credits: Jamie Dominic

Damian se había despertado lentamente, para encontrarse con una Sheena de lo mas sexy que se lo estaba comiendo con los ojos. Se puso duro tan rápido que era un milagro que no hubiera perdido el control allí mismo. 
Había estado lamiéndose los labios constantemente mientras lo miraba, como si se estuviera muriendo por saborearlo todo, e incluso la había pillado acercando la mano a su cuerpo, aunque siempre se detenía antes de llegar a tocarlo. Había querido decirle que no pasaba nada, que podía tocarlo, lamerlo, hacer lo que quisiera con él, siempre que quisiera.
Pero entonces sus ojos se habían posado en su erección, y su sorprendido jadeo y su mirada asombrada le habían hecho gruñir si le gustaba lo que veía.
Ella lo miró horrorizada y se ruborizo de manera adorable antes de levantarse y esconderse en el baño. Su Sheena era un tímido ratoncito? No se lo podía creer.
Tenía que ducharse así que esperó a que ella saliera. Y esperó... y esperó... Alguien llamó a la puerta y le dijo que entrara, sabiendo de sobra quién era.
- Buenos días Jace.
- Buenos días hermano. ¿Dónde está...?
- Encerrada en el cuarto de baño. No preguntes, sólo sacala de ahí. Necesito una ducha.
- ¿Qué ha pasado?
- Yo... ella... Nada. ¿Puedes hablar con ella? ¿Por favor?
Jace lo miró con suspicacia.
- ¿Te has acostado con ella?
- ¿Qué? ¡No! ¡Por supuesto que no! ¿Habla con ella quieres? Seguro que te lo cuenta todo.
- Esta bien, pero si me entero de que la lastimas de alguna manera... Puedes darte una ducha en mi habitación. Steve ya está despierto.
Cogió algo de ropa limpia y dejo a Jace allí.
Se preguntó si Sheena le diría a Jace la verdad de lo que pasó y por qué había huido hacia el baño. Tuvo que sonreír, ella casi había parecido una virgen asustada cuando él había interrumpido su mirada fija. Aunque la verdad era que realmente  había querido una respuesta a su pregunta. Por su expresión antes de que él la hubiera sorprendido, podía adivinar la respuesta, pero aún así... quería estar seguro. Ella nunca lo había mirado así antes. Jamás.
En su mirada había visto deseo, hambre, excitación. Y quería más. Necesitaba más.
Terminó su ducha de agua fría y bajó las escaleras. Ella estaba ya allí desayunando y actuando como si nada hubiera pasado. Bien. Iba a ser un día muy interesante...

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Confesiones de un admirador secreto - Capítulo 3

Sheena podía sentir sus ojos sobre ella de nuevo y le recorrió un escalofrío. Lo que había hecho para que él la odiara tanto, aun no lo sabía. Él siempre había sido borde y grosero con ella y las pocas veces que si habían hablado, era siempre con comentarios ácidos y muy poco respetuosos. Así que no era como si ella pudiera ir y preguntarle... Su actitud hacia ella siempre estaba llena de desaprobación, como si ella hubiese hecho algo horrible para ofenderlo. Se lamió los labios nerviosamente.
¿Por qué tenía que hacerla sentir así?
- Oye nena, ¿por qué estás de morritos?
- No estoy de morritos.
- Lo estas. Y... ¿Estás mirando a mi hermano?
- ¿Qué? ¡No!
- ¡Si que lo estás haciendo! Y ahora te estás sonrojando... ¡ay pero que mona!
- ¡Cállate Jace!

Ella miró su copa. Su cabeza le daba vueltas, aunque no había bebido mucho. Jace le dio un beso en la mejilla.
- Admítelo. Estás loca por él. Y él está loco por ti. Pero los dos sois demasiado cabezones para admitirlo.
Ella puso los ojos en blanco.
- ¿Estás borracho? Porque parece que el loco aquí eres tú, Jace. Tu hermano me odia. No sólo le caigo mal, no. Me odia. Con pasión. Y a mí, me importa un pimiento.
- Mentirosa.
Ella frunció el ceño.
- ¿Perdón?
- Sabes tan bien como yo que hay una línea muy fina entre el amor y el odio... así que dime tú... ¿Él te odia?
Él se acercó y le susurró al oído.
- ¿... o te ama?
Sheena lo apartó de un empujón y ni siquiera se molestó en contestar. Le guiñó un ojo y ella se limitó a sacudir la cabeza. Ella amaba a Jace como a un hermano, pero él nunca se tomaba las cosas en serio y siempre estaba bromeando. No se parecía en nada a su hermano Damian. Ella miró a este de reojo y se preguntó por qué  se había tomado la molestia de venir, ya que por lo general evitaba las vacaciones en grupo porque sabía que ella estaría también... así que ¿por qué aquí y por qué ahora? Tendría que preguntarle a Jace sobre eso.

*-*-*-*-*

Damian observó como Jace flirteaba con Sheena. Vio cómo él le dio un beso en la mejilla y vio como le susurró algo al oído. Nunca había sentido jamás la necesidad de golpear a su hermano, ni siquiera cuando eran niños, pero ahora mismo estaba pensando en recuperar el tiempo perdido. Sus dedos temblaban con la necesidad de formar un puño y simplemente... Ella empujo a su hermano y miró en su dirección, por lo que él apartó la vista. Todavía no estaba seguro de que ella y Jace no habían estado juntos, a pesar de que Jace le había asegurado que jamás había ocurrido nada entre ellos y que no habría nunca nada. ¡Maldita sea! ¿Por qué lo hacía sentirse de esta manera? Igual que un adolescente sin experiencia… Él tenía 34 años, por amor de Dios.
Era un hombre de mundo, había tenido relaciones y rollitos casuales, pero ni una sola vez, jamás, nadie lo había hecho sentir así...
Se dio cuenta de que Sheena se levanto para ir hacia su hermano, mostrando ese pequeño vestido sexy. Se puso duro al instante y frunció el ceño mientras trataba de recordar la última vez que había estado con alguien.
Había pasado demasiado tiempo. Por lo que podía recordar, había sido antes de que él la hubiera conocido.
Vaya.
Joder.
Era una locura.
Ambos miraron hacia él y ella asintió a algo Jace dijo. ¿De qué demonios estaban hablando? Sheena le dio un beso en la mejilla y se dio la vuelta para desearles a todos una buena noche antes de subir las escaleras con un balanceo de sus caderas.
- ¿Disfrutando de la vista?
- ¿Qué quieres Jace?
- Nada. Sólo... bueno, ella dice que eres más que bienvenido a dormir en su cama.
Se volvió hacia su hermano, incrédulo.
- No me mires así. Ella parece estar bastante segura de que ya que ambos sois adultos civilizados, que podéis dormir en la misma cama sin matarse el uno al otro.
Su hermano sonrió con su diabólica sonrisa que decía 'Tengo un secreto'.
- ¿Y quién sabe? Tal vez esta es tu oportunidad... durmiendo tan juntos, es sólo normal que haya roces...
- Yo no soy un pervertido Jace. Y no aprovecharía de ella de esa manera.
Vació su vaso de un trago y se la dio a su hermano.
- Buenas noches. Me voy a la cama.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Confesiones de un admirador secreto - Capítulo 2

Damian puso la bolsa de viaje en su coche, todavía dudando si debía ir. Sheena iba a estar allí y ella no lo soportaba. Claro que él no le había dado exactamente una razón para caerle bien, durante todo este tiempo el que ella había sido amiga de Jace. Se metió en su coche y le envió un mensaje a su hermano. Estaría en el lago en 2 horas. Se preguntó cómo reaccionaría ella a su presencia, ya que no se había unido a ninguna de las vacaciones en grupo anteriores. Se llevaba bien con todos ellos, después de todo también eran sus amigos, a excepción de ella...
Iría porque necesitaba las vacaciones y porque amaba el lago...
¿y a quién quería engañar?
Iría por ella…
Dos horas después llego a Lake Blue y aparcó junto a la cabina 5. Miró a su alrededor y la vista que tenía delante casi lo deja sin aliento. Sheena estaba saliendo del lago, cubierta solo por un diminuto bikini negro, y el agua cayendo por todas sus curvas perfectas. La vista era deliciosa. Ella no se había dado cuenta del coche así que como un idiota, él se quedo pasmado y se limitó a observarla. Ella sacudió su pelo, que le llegaba hasta los hombros, para que se secara un poco y se hizo una coleta, levantando los brazos y haciendo su pecho se elevara. Estaba a punto de tumbarse cuando se fijo en el coche y se quedó inmóvil. Rápidamente agarró una toalla y se cubrió. Damian saco sus cosas del coche y pasó por delante de ella.

- Hola Damian.
Siendo el idiota que era, él no le hizo ni caso y entro derecho en la cabina. La sintió justo detrás de él, dejando caer algo en la mesa.
- ¿Cuál es mi habitación?
- Esa.
Ella contestó bruscamente y señaló el sofá.
- Al menos que, desees compartir una cama doble conmigo... - Añadió con dulzura.
Oh dios las imágenes que invadieron su mente eran interminables.
Podía imaginarse a sí mismo en una cama de matrimonio con ella durante el resto de la semana... se cubrió discretamente con una de sus bolsas.
- Que graciosa. ¿Dónde está todo el mundo? ¿Dónde está Jace?
- No soy tu secretaria. Llámalo y lo sabrás.
Ella subió las escaleras a pisotones. La había enfadado. Una vez más. Saco su móvil mientras ojeaba las cosas que Sheena había dejado sobre la mesa. Loción solar, una botella de agua, los pendientes que él le había dado en Navidad y una copia muy leída de 50 sombras de Grey. Que lectura más traviesa. Sonrió. Sheena parecía demasiado inocente para leer ese tipo de libros.
- Jace, ¿dónde diablos estás?
- En la ciudad.
- Estoy aquí en la cabaña.
- ¿Ya? ¡Mierda! No hables con ella ¿vale? Estaremos allí en unos minutos.
30 minutos después, Sheena todavía no había bajado aunque la ducha había dejado de funcionar hace 10 minutos. Miro por la ventana, el coche de su hermano por fin se detuvo junto al suyo, y este entro en la cabaña como loco.
- ¿Dónde está?
- Vaya…, hola a ti también.
- No estoy bromeando Damián, ¿dónde está? ¿Qué le has hecho, que le has dicho?
- Relájate Jace, estoy aquí.
Sheena bajó las escaleras levando el vestido de verano más sexy que jamás había visto. Ella lo estaba torturando, no había otra explicación.
Su hermano la abrazó y le preguntó si estaba bien, mientras que Damian saludó a sus amigos. Se sentía bien por estar aquí con ellos y esperaba que por una vez pudiera comportarse y hablar con Sheena como un ser humano normal. Una conversación normal, entre adultos donde podían...
- Llegas justo a tiempo para empezar la barbacoa, amigo.
David le dio una palmada en la espalda.
- Cámbiate de ropa y baja, ¡tenemos que ponernos a cocinar!
- Claro. ¿Cuál es mi habitación?
Todo el mundo dejó de hacer lo que estaban haciendo para mirarlo, y luego mirar a Sheena.
Relájese chicos. Yo ya le dije que se puede quedar en el sofá.
- ¿Entonces qué, ¿significa que quieres que me cambie aquí?
Sus manos fueron a su bragueta pero ella ni siquiera se molestó en mirarlo.
- Uff que asco. Por favor no, vas a hacer que pierda el apetito.
Ella suspiró profundamente.
- Está bien. Tercer cuarto a la izquierda. Pero tú no vas a dormir en mi cama.
Hizo todo lo posible para no sonreír como un idiota.
Eso ya lo verían, porque desde luego el no pensaba dormir en el suelo. Y tampoco en el sofá…
Disfrutaron de la barbacoa y movieron las cosas al interior después de haber limpiado todo. El aire alrededor del lago era frío durante la noche por lo que todos se echaron un par de copas y se sentaron en la sala de estar de la cabina. Las chicas estaban sentadas a un lado charlando, mientras que él y los chicos se sentaron en el otro lado, hablando de fútbol. Movió su whisky dentro de la copa mientras la miraba. Por primera vez se sentía relajado y las copas que se había tomado hasta el momento, parecía que le estaban ayudando. Tal vez esta noche podía hablar con ella sin comportarse como un completo imbécil. Sí, pensó. Eso estaría de puta madre por una vez...

sábado, 21 de diciembre de 2013

Confesiones de un admirador secreto - Capítulo 1

Sheena se bajó de su coche y suspiró. Una semana de felicidad absoluta. Fuera del trabajo, lejos de la ciudad... sólo rodeada de la naturaleza y tranquilidad. Teresa gritó al llegar a la orilla del lago.

- ¡Ay que asco! ¡Hay peces muertos aquí!
- ¿Qué esperabas tonta, es un lago. Es probable que haya algunos animales alrededor, ya sean vivos o muertos. Y solo es un pececito, ¡exagerada!

David, su novio se había colocado detrás de ella, abrazándola con fuerza. Sheena suspiró cuando los vio, ella quería eso... Una relación asi. Lo deseaba con todas sus fuerzas.

- ¡Hey soñadora!

Jace, su mejor amigo le pasó el brazo por los hombros.

- ¿Qué piensas del lugar, eh? Es perfecto, ¿o qué?

Ella miró a su alrededor y tenía que darle crédito, el lugar era increíble. En medio de un gran parque natural, seis cabañas de madera estaban esparcidas alrededor del lago. Habían alquilado la más grande, para 8 personas, a pesar de que sólo eran siete. Ella había querido reservar sus vacaciones sola e ir a alguna playa lejana, pero Jace no la dejaba. Así que había organizado estas vacaciones en grupo con todos sus amigos, bueno... casi todos ellos. No era lo mismo que ir sola... pero ella disfrutaría de todos modos.

- Es increíble Jace, de verdad.
- Vamos a tener que salir a caminar, ¡hay pequeños senderos preciosos por todo el lugar!

El echó un vistazo a su teléfono con nerviosismo.

- ¿Quieres ir dentro y dejar tus cosas?
- Claro. ¿Está todo bien?
- De puta madre. Vamos nena.

Entraron en la cabina con sus bolsas y miraron las habitaciones. Como de costumbre Teresa y David estarían juntos en una habitación, al igual que Jace y Steve y las gemelas Kim y Amy. Porque a pesar de que Amy y Steve estaban juntos, Kim y Jace no lo estaban por lo que Kim prefería quedarse con su hermana... en lugar de compartir una habitación con Sheena.
Pero bueno, ¿quién era ella para juzgar?
Eso la dejaba a ella sola, pero a ella no le importaba en absoluto. Ella se quedo con la única habitación que quedaba libre y bajó para ayudar a las chicas a guardar todas las compras que habían traído. Habían comprado comida para una semana, planeaban tener barbacoa casi todas las noches, era lo mejor para unas vacaciones así. Los chicos estaban colocando la barbacoa y preparando las mesas y los bancos fuera y ella vio como Jace comprobaba su teléfono otra vez. ¿Qué le estaba pasando?
Amy la abrazo.

- Hey nena. ¿Te gusta tu habitación?
- Sí, está bien. Perfecta para mí, ya que tiene una bonita y enorme cama doble toda para mí.
- Oye, tal vez te podrías cambiar conmigo, para que yo y Steve...
- Olvídalo Amy, ¡te quedas conmigo!

Amy puso los ojos en blanco al oír a su hermana y sonrió mientras los chicos entraban de nuevo en la cabaña.

- ¿Chicas queréis ir a la ciudad? ¿Dar un paseo, echar un vistazo?

Todas las niñas asintieron entusiasmadas, pero Sheena negó con la cabeza.

- Yo me quedo. Quiero ir a nadar.
- Ay qué asco, pero hay peces muertos ahí Sheena!
- Creo que me las arreglaré.

Jace miró su teléfono de nuevo y Sheena le dio un golpe en el brazo.

- ¿Qué te pasa con ese teléfono?

Steve interferido antes Jace pudo contestar.

- Oh tio, ¿no se lo has dicho?
- ¿Decirme el qué?

Jace miró al suelo.

- ¿Jace? ¿Que no me has dicho?
- Uhm, no te vayas a enfadar, ¿vale? Yo ah… le dije a Damian que veníamos aquí.
- ¿Tu hermano?
- Sí. Me comento que quería venir. Así que le dije que estaríamos aquí.
- Déjame ver si lo entiendo. Tu hermano, que me odia con pasión, viene aquí, a pasar las vacaciones?
- Sheen, ¿qué iba a decir? "No, no puedes venir'…
- Podrías habérmelo dicho Jace. Una advertencia habría sido agradable.
- Pero entonces no habrías venido.
- ¡Pues claro que no!

Parecía culpable, pero Sheena no podía dejar que le molestara. Damian se uniría a ellos. Él se iba a quedar en la misma cabina que ella... su corazón dio un vuelco ante la idea.

- ¿Cuándo va a venir?
- No estoy seguro. Estoy esperando que me llame para dejarme saber que está en camino.
- ¿Él sabe que estoy aquí?
- Lo sabe.
- Muy bien. Simplemente genial.

Sheena suspiró profundamente. Tenía que hacer todo lo posible para intentar disfrutar de sus vacaciones, aunque el hombre que la odiaba iba a venir a arruinarlas.

- Oh, bueno. Iros a la ciudad, yo me voy a nadar.
- ¿Estás seguro de que quieres estar sola? – Le preguntó Amy.
- Sí, claro. Él no está aquí todavía. Asi aprovecho para disfrutar de las pocas horas de paz que me quedan. Estaré bien.
- ¿Seguro que no quieres que me quede?
- Estoy segura Jace. Necesito un poco de tiempo a solas en estos momentos. Me hará bien.
- Lo siento.
- Lo sé.

Él la abrazó y antes de que ella se diera cuenta, todos se habían ido y ella se quedo sola. Se tomó su tiempo preparándose, poniéndose su nuevo bikini y eligiendo un lugar fuera para tumbarse y tomar un poco el sol. De vez en cuando se daba un baño rápido en el lago antes de volver a su toalla y el libro. Miró a su alrededor, completamente relajada. Esto era exactamente lo que necesitaba.

Confesiones de un admirador secreto



Sheena esta loca por Damian... el hermano de su mejor amigo Jace.
Damian esta completamente enamorado de Sheena... la mejor amiga de su hermano Jace.
Pero ambos creen que se odian mutuamente... hasta que una borrachera y un accidente acaban con esa idea... 
Sheena descubre lo que Damian siente por ella de la manera mas extraña, leyendo sus confesiones... las confesiones de su admirador secreto... ya no tan secreto...

martes, 17 de diciembre de 2013

Volver a celebrar la navidad



Volver a celebrar la navidad.

Victoria miro las decoraciones de navidad con asco. Otro año más, estaría rodeada de gente alegre, celebrando con sus seres queridos, y ella sola. Yupi. El hipermercado estaba lleno de gente y había varios Papa Noel esparcidos aquí y allí gritando aquello de ho-ho-ho. Iba de camino hacia su coche cuando uno de los Papa Noel la intercepto.
- ¡Ho Ho Ho!
Victoria puso los ojos en blanco.
- Si, muy mono. Tengo que irme, ¿me dejas pasar?
Movió el carrito y el Papa Noel se bajo la barba, riendo a carcajadas.
- ¡Vamos Victoria! ¿Donde esta tu espíritu navideño?
- ¿Roberto?
- El mismo. ¿Que te parece mi nuevo look?
Se dio la vuelta para mostrar el modelito entero y Victoria tuvo que reír.
- Como dije antes, muy mono. ¿Que haces tu por aquí?
- No siempre soy un aburrido jefe de oficina. - Le guiño un ojo. - ¿Donde vas con esas compras? ¡Pero si no hay nada navideño!
- No celebro la navidad.
- ¿Como que no?
- Da igual, me tengo que ir...
- Cena conmigo. Nochebuena, cena conmigo.
- No gracias.
- Vic, tu estas sola, yo estaré solo. Podemos hacernos compañía.
- No creo que sea buena idea.
- Venga va... juro no cantar villancicos.
Victoria sonrió. Su antiguo mejor amigo, disfrazado de Papa Noel, quería quedar con ella para celebrar la navidad. La cosa no se podía poner más absurda.
- Anda por favor... te echo de menos.
Y ella a el... Lo había echado de su vida hacia casi 1 año, pero... ¿se atrevía a dejarlo entrar otra vez?
- Esta bien.
- ¡Genial! Pues te espero mañana en mi casa a las 8 ¿vale?
Roberto le dio un rápido beso en la boca, cosa que no era fácil con esa barriga de Papa Noel de por medio, y colocándose bien la barba, siguió su camino, gritando ho-ho-ho con una alegría envidiable.

Al día siguiente Victoria estaba nerviosa mientras conducía hacia la casa de Roberto. El beso que le había dado había despertado sentimientos en ella que creía haber olvidado. Roberto había sido su mejor amigo durante años, pero el año anterior, sin saber el como ni el porqué, había empezado a sentir mas. Y por eso se había distanciado de él.
Aparco delante de la única casa que parecía recién salida de una película americana, llena de luces navideñas.

La puerta se abrió y ahí estaba el.
- ¡Victoria! Justo a tiempo, ¡el pavo esta casi listo!
Entro en la casa recibiendo un gran abrazo y sintiendo mariposas en el estomago.
- Me alegro de que hayas venido.
Los olores navideños de la casa la llenaron de nostalgia. El olor del pavo en el horno, el árbol de navidad real... y Roberto, que olía a gloria divina. Sip, muy navideño todo.
La mesa estaba puesta para dos, muy acogedora, y casi romántica. Roberto se acero a ella con una copa de cava.
- Me vas a contar porque no te gusta la navidad?
- Lo sabes de sobra. Mi ex me dejo en estas fechas.
- Venga ya, tiene que haber algo que te guste de estas fiestas.
- Si claro, ese pavo que tienes en el horno.
Roberto sonrió y su mirada tenía un brillo travieso.
- Veremos a ver si te puedo hacer cambiar de opinión con el regalito que tengo para ti.
- ¿Que dices? ¡Nada de regalos! Yo no tengo nada para ti.
- El que estés aquí es más que suficiente. Ven, vamos a comer.

Durante la cena, hablaron sin parar, y más de una vez pensó que si todas las navidades fueran así, no les tendría tanto asco. Recogieron la mesa y se sentaron delante de la chimenea, absorbiendo el calor del fuego.
- Bueno, pues llego la hora del regalo.
- Roberto...
Él se movió para ponerse de rodillas delante de ella. Sacando una pequeña cajita de su bolsillo, la miro directamente a los ojos.
- Se que dejaste de verme por alguna razón y aunque no la se, el hecho de no verte todos los días, de no tenerte a mi lado cuando te necesito, me ha hecho darme cuenta de una cosa. Te quiero, y no puedo vivir sin ti.
Abrió la cajita y ella jadeo.
- Victoria, ¿quieres casarte conmigo?

Un año después.

Victoria termino de decorar el árbol de navidad. Quería sorprender a Roberto ya que este no estaba del todo convencido de que ella ya no odiara la navidad. Además, tenía el regalo perfecto. Oficialmente aun seguían de luna de miel, ya que se habían casado una semana antes, para poder celebrar las navidades como marido y mujer.
- Cariño, ya estoy en casa. ¡Vaya! ¿Y ese árbol?
Se acercó a ella, besándola con intensidad.
- ¿Te gusta?
- Mucho.
- Tengo un regalito para ti.
- Pero si aun no es navidad...
- Lo se.
Le dedico una sonrisa radiante.
- Pero te va a gustar, te lo prometo.
Saco la pequeña caja alargada y se la dio.
- Ábrela.
Roberto hizo lo que le decían y la ilusión ilumino su cara.
- ¿Victoria?
- Enhorabuena cariño, ¡vas a ser papa!

A partir de ese año, a Victoria le encantaba la navidad. Tenia un marido que la adoraba, un pequeño ser que seria la alegría de su vida, tenían salud y era feliz. ¿Qué más podía pedir?


sábado, 14 de diciembre de 2013

La fiesta de Navidad


La fiesta de Navidad

Soraya maldijo al verse en el espejo de la entrada del hotel. La fiesta de navidad de su empresa era de disfraces, y su mejor amiga no le había podido elegir un traje más pequeño... 'Mama Noel sexy' se llamaba el modelito...
Entro en la sala de celebraciones y se quedó maravillada con la decoración. Sonrió, le encantaban estas fechas.
- Vaya, casi no la reconozco señorita Sáez.
Soraya se tensó al oír la voz profunda de su jefe. Giro la cabeza para mirarle.
- Vaya, a usted se le reconoce igual de bien. Buen ejemplo para los demás empleados.
Como siempre, Damian hacia lo que le daba la gana y había aparecido con su traje habitual. Soraya puso los ojos en blanco. Damian se le acercó y le susurro.
- ¿Tienes idea de las cosas que te quiero hacer cada vez que haces eso, Soraya?
- ¿Tiene usted idea de las ganas que tengo de denunciarle por acoso, señor Villanueva?
La suave risa masculina la excito, como siempre.
- Sabes que la empresa no es estricta con respecto a las relaciones románticas en el trabajo. Y tú y yo hemos tenido muchas relaciones.
- Sí. Pero nunca románticas. Que disfrute de la fiesta señor Villanueva.

Damian la observo marcharse. Que tonto había sido al dejarla salir de su vida. Ella ya no quería saber nada de él, pero él pensaba cambiar esa situación. Estas navidades, Soraya volvería a estar entre sus brazos.

- ¡Soraya! ¿Qué hacías tan pegadita a tu ex?
- Nada. Echarle en cara que no lleva disfraz como los demás. Sigue siendo un estirado egoísta que solo piensa en ganar dinero, y no en la gente que trabaja para él. Hace lo que le da la gana, siempre. ¿Qué le cuesta ponerse un simple disfraz?
- Vaya... ¿estas enfadada eh?
- ¡Sí! Si los demás tenemos que hacer el ridículo, el también debería.
- Ya... y el hecho de que sigas enamorada de él...
Soraya miro a su amiga y se sonrojo.
- No lo niegues. Sé que aún le quieres, he visto como lo miras.
- Yo...
- También he visto cómo te mira el a ti. Sobre todo cuando venias hacia aquí, con ese modelito... ¿a qué te alegras de que te lo haya elegido? ¡Igual hasta vuelves con el!
- Ya claro. Para que me vuelva a dejar tirada en los aniversarios, cumpleaños y navidades... no gracias.
- Ya verás. Igual te sorprendes...
Miro hacia donde había visto a Damian pero ya no estaba. Suspiro. Había querido compartir esto con Damian, estar juntos. Pero no, el no celebraba la navidad. Él trabajaba. Y peor aún, hacía que todos los empleados tuvieran que trabajar también. 

De repente la gente comenzó a murmullar mientras alguien disfrazado de ángel se subía a un pequeño escenario.
- Queridos empleados, ¡Bienvenidos a la fiesta de navidad del 2012!
La gente miro a su alrededor sorprendida. El que estaba sombre el escenario, no era otro que su jefe, el serio y estricto Damian.
Soraya no pudo reprimir la carcajada que le salió y pronto todos los empleados estaban haciendo lo mismo. Damian siguió.
- Ya sé que os sorprendéis de verme así, pero vengo a traeros buenas noticias. Gracias a una mujer muy especial, me he dado cuenta de muchas cosas.

Todas las miradas se giraron hacia ella y noto el calor en las mejillas.

- Me he dado cuenta de que tengo que ser más agradecido y que tengo que cambiar mis prioridades para ver lo que es realmente importante en esta vida.
La miro directamente.
- Van a cambiar muchas cosas en la empresa, todo para bien. Os he mandado a todos un boletín detallado, pero lo más importante son un buen aumento de sueldo y más días de vacaciones, ¡incluidas estas navidades! Ahora, ¡a disfrutar de la fiesta!
Todo el mundo se volvió loco a su alrededor, mientras ella miraba a Damian estupefacta, al verlo acercarse.
- Vale, ¿quién eres y que has hecho con mi jefe?
Él le sonrió.
- He cambiado.
- Ya, claro…
- Por ti, he cambiado Soraya.
- Yo...
- Déjame demostrártelo. Solo te pido otra oportunidad.
- No se Damian...
El miro hacia arriba y señalo con un dedo.
- Estamos debajo del muérdago... Eso quiere decir que debo besarte.
- Eso solo pasa en las películas americanas.
- Mientras pueda besarte, a mí me vale.
Sus labios se apoderaron de los suyos y Soraya no pudo hacer otra cosa más que rendirse.
- Vuelve conmigo Soraya. Te quiero. Te juro que si me das esta oportunidad, no te decepcionare. Celebraremos las navidades por todo lo alto, aparte de todas las demás cosas.
Lo miro escéptica.
- Puedo poner un árbol de navidad?
- Puedes poner cien si eso te hace feliz.
- Uhmm... ¿y me vas a comprar regalos?
- Te comprare todo lo que quieras. De hecho... si vuelves conmigo esta noche, veras lo mucho que he cambiado... tengo un árbol de navidad con un montón de regalitos que llevan tu nombre.
Soraya lo miro sorprendida.
- Lo digo en serio. Hoy va a ser el primer día de nuestra nueva vida juntos. Si tú quieres. ¿Qué me dices?
Soraya miro al muérdago y sonrió.
- Sí. Digo… sí.
Damian la beso apasionadamente delante de todos. Realmente era un hombre diferente.
- Feliz navidad mi vida. Te quiero.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Mucho mas que amigos - Epilogo

La boda se celebró un mes después, ya que ni ella ni Carlos querían esperar más. ¡Habían esperado demasiado ya!
Termino de arreglarse y miro a su dama de honor, que estaba increíble. Laura había pasado de secretaria sosa a belleza despampanante. Estaba deseando ver la reacción de Rafa al verla.
El muy cabezón se había traído a una supuesta amiga, y sabía que Laura sufría por ello, aunque lo intentaba disimular.

- Ya verás Laura, ese se va a quedar pasmado cuando te vea.

- ¿De verdad que no estoy haciendo el ridículo?

- Pero chica, ¿tú te has mirado al espejo? ¡Estas buenísima! Tienes suerte de que estoy más que segura del amor que me tiene Carlos que si no, ¡no dejaría que se acercara a ti! Estas preciosa. Confía en mí. Además, Alex estará contigo, te caerá bien, ya lo veras.

- Gracias Sandra. ¡No se cómo agradecértelo!

- No te preocupes. Anda, avisa a mi padre. Tengo que casarme antes de que Carlos se canse de esperar en el altar.


La ceremonia fue breve e íntima justo lo que ambos querían y en el banquete, Carlos no podía dejar de besar y tocar a su esposa. Cuando llego el primer baile, no pudo ocultar su risa, mientras le susurraba a su mujer.

- Rafa no deja de mirar a Laura.

- ¡Lo sé!

- Fue muy buena idea emparejarla con Alejandro.

- Si, tu primo parecía encantado con la idea de ayudar a darle celos a Rafa. Tu hermano tiene abandonada a la Barbie rubia. Y si las miradas mataran… Alex tendría un serio problema.

Los dos soltaron una carcajada en complicidad, atrayendo la atención de todos sus invitados.

- ¡Que se besen! ¡Que se besen!

Eso no hacía falta que se lo dijeran dos veces. Carlos beso a Sandra con posesividad y los invitados estallaron en aplausos y silbidos.

- Estoy deseando arrancarte ese vestidito precioso que llevas y hacerte mía, señora Márquez.

- Mmmm, ¿y a qué esperas mi amor?

- Buena pregunta… pero me temo que si nos vamos tan pronto, a tus padres y los míos, les va a entrar algo.

La boca de Sandra se torció en un mohín.

- Prometo compensarte con creces, pequeña. He traído tus juguetes preferidos, más algunos que aún no hemos probado.

Sandra lo beso.

- Hoy no quiero juguetes. Hoy te quiero solo a ti.

Carlos sonrió feliz.

- A mí siempre me tendrás, mi vida. Siempre.

- Igual que tú a mí, corazón. Ahora dime, ¿cuánto tiempo tengo que esperar para poder sentirte dentro de mí?

Fin.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Mucho mas que amigos - Capítulo 39

Ahora le tocaba a Carlos sonreír.

- ¿Ah sí? Y como piensas hacer eso. Laura no es exactamente el tipo de mujer por el que mi hermano se vuelve loco.

- Ahh ahí está el truco. Pienso ayudarla a ella en vez de a él. Rafa me ha pedido que me invente que tiene una novia en no sé dónde para que ella cree que no está disponible y se desanime con él. Peeeeero, en vez de eso, voy a ayudarla a ella a conquistarlo. Y empezare haciéndole un cambio de look que Rafa se va a caer de espalda. Ya lo veras.

- Sabes que Rafa no es de esos, le va a hacer daño. Se aprovechara de ella una noche y la despedirá. Él no es de los que tiene relaciones serias.

- Ah pero Laura es diferente. Lo sé. ¿Por qué si no vendría a mi casa a pedirme ayuda para intentar alejarla?

- No sé yo…

- Con cualquier otra, se acostaría con ella sin importarle nada más. Sin embargo me ha dicho que no quiere perderla como secretaria.

Arqueo una ceja, en señal de que eso lo aclaraba todo.

- Y eso a ti… ¿no te importa?

- ¿Porque me iba a importar? Laura me cae muy bien y creo que harían muy buena pareja. Ella es justo lo que Rafa necesita para sentar cabeza. Y, antes de que empieces con tus dudas e inseguridades… Lo que siento por tu hermano Rafa es cariño. Le quiero como mi cuñado que es. Pero te quiero, te amo, y te adoro a ti, Carlos. Tú eres el amor de mi vida. Siempre lo has sido y siempre lo serás. Creo que tenía miedo y por eso no supe ni quise reconocer mis sentimientos hacia ti. Ni siquiera a mí misma. Pero te aseguro que eres todo lo que quiero y necesito en mi vida y espero que tu sientas lo mismo Carlos porque no has dicho nada y…

La beso con tanta intensidad que a ambos le costaba respirar.

- Te amo. Te amo, te quiero, te adoro. Siempre lo he hecho. Para mí, siempre has sido mucho más que una amiga.

- ¿Y porque no me has dicho nunca nada, eh tontorrón?

- Porque eres mi mejor amiga. No quería, no podía perderte.

- ¿Y estabas dispuesto a arriesgar que estuviera con otro?

- Mientras que fueras feliz…

- Solo puedo ser feliz contigo, Carlos.

Suspiro y cerró los ojos, casi no se atrevía a creer que esto fuera verdad.

- No sabes lo feliz que me hace oír eso.

Se arrodilló delante de ella.

- Y si me dejas, me voy a pasar toda la vida dedicándome a seguir haciéndote feliz. A quererte y cuidarte más que nunca. Pequeña, ¿te quieres casar conmigo?