martes, 31 de diciembre de 2013
sábado, 28 de diciembre de 2013
Confesiones de un admirador secreto - Capítulo 4
Sheena
yacía despierta en la cama. No podía dormir, estaba demasiado distraída. La
noche anterior había sido rara... Le había dicho a Jace que le dijera a Damian que
durmiera en la cama con ella. A ella realmente no le gustaba la idea de que él tuviera
que dormir en el sofá, sobre todo porque no sabía qué hora se acostarían sus
amigos, después de todo estaban de vacaciones. Así que si él quería acostarse,
tenía que esperar a que todo el mundo se fuera. No le parecia justo.
Por eso mismo le había dicho a
Jace lo que le había dicho y había subido al dormitorio, para prepararse y
meterse en la cama. Se había puesto su pijama de verano, un top ajustado y
pantalones cortos. Fue a lavarse los dientes y quedo completamente alucinada
cuando Damian entro, llevando solo unos bóxers negros y este empezó a cepillarse
los dientes justo al lado de ella. Como si fuera la cosa más normal del mundo y
lo hicieran todos los días.
¿Qué demonios...?
Él
termino, se metió en la cama y esperó a que Sheena se metiera bajo las sabanas,
para apagar la luz. Poco después, ella pudo oír su respiración regular y sintió
su cuerpo relajarse a su lado. El calor de su cuerpo la envolvía completamente y
menos mal, porque estaba temblando de pies a cabeza
Su
olor varonil le llenaba la nariz y la hizo temblar aún más, aunque no
exactamente por el frío.
Así
que definitivamente... raro. Y todo había ocurrido tan solo hacia algunas horas.
Había estado dando vueltas, inquieta desde entonces, con cuidado de no despertarlo.
Ella estaba tumbada de lado, y la claridad del amanecer le permitió verlo con
claridad. Su pelo negro, pelo que le encantaría tocar… parecía tan sedoso. Lo
llevaba corto, aunque no demasiado, le iba perfecto el estilo.
Tenía
una expresión pacífica y no parecía tan serio como era habitual en él.
Sus ojos
eran grandes y estaban llenos de largas pestañas y Sheena podía imaginar
fácilmente el color de sus ojos aunque los tuviera cerrados, ya que le recordaban a un mar Caribeño. Azul
Turquesa.
Una
nariz afilada y labios gruesos y hermosos completaban los rasgos de su rostro.
Labios besables... muy besables. Se inclino hacia delante de manera
inconsciente pero se contuvo justo a tiempo.
¿No has
aprendido nada en todo este tiempo?
Que
tonta era.
¿Darle
un beso mientras dormía?
¿Qué
pasaría si se despertaba? ¿Si la pillaba en el acto?
¿La alejaría…
o la besaría de vuelta?
Sabes tan bien como yo que hay una línea muy
fina entre el amor y el odio... así que dime tú... ¿Él te odia... o te ama?
Las palabras
de Jace habían estado rondando por su mente toda la noche. Era demasiado
absurdo considerarlo siquiera, pero aún así...
Sus
ojos bajaron más por su cuerpo musculoso, estaba tan bronceado, y ella sabía
que todo era natural. Le encantaban los deportes al aire libre y se cuidaba mucho.
Realmente era perfecto. Sus musculosos brazos estaban
decorados con unos tatuajes increíbles, tatuajes que deseaba recorrer con su lengua, para después pasar a sus abdominales tan perfectamente
formados...
Ella
apostaría cualquier cosa, a que serian duros al tacto, pero como seda bajo sus
dedos. Suaves y duros… Tuvo que contener el gemido que se le estaba formando en
la garganta. Sus dedos picaban con la necesidad de tocarlo y comprobar su tenía
razón y estaban tan duros como parecía… y hablando de duro…
Sus
ojos viajaron un poco más abajo hacia sus boxers negros y oh. Dios. Mio.
- ¿Te
gusta lo que ves?
*-*-*
Damian
se había despertado lentamente, para encontrarse con una Sheena de lo mas sexy que se lo estaba
comiendo con los ojos. Se puso duro tan rápido que era un milagro que no
hubiera perdido el control allí mismo.
Había estado lamiéndose los labios constantemente
mientras lo miraba, como si se estuviera muriendo por saborearlo todo, e
incluso la había pillado acercando la mano a su cuerpo, aunque siempre se
detenía antes de llegar a tocarlo. Había querido decirle que no pasaba nada,
que podía tocarlo, lamerlo, hacer lo que quisiera con él, siempre que quisiera.
Pero
entonces sus ojos se habían posado en su erección, y su sorprendido jadeo y su
mirada asombrada le habían hecho gruñir si le gustaba lo que veía.
Ella
lo miró horrorizada y se ruborizo de manera adorable antes de levantarse y
esconderse en el baño. Su Sheena era un tímido ratoncito? No se lo podía creer.
Tenía
que ducharse así que esperó a que ella saliera. Y esperó... y esperó... Alguien
llamó a la puerta y le dijo que entrara, sabiendo de sobra quién era.
- Buenos
días Jace.
- Buenos
días hermano. ¿Dónde está...?
-
Encerrada en el cuarto de baño. No preguntes, sólo sacala de ahí. Necesito una ducha.
-
¿Qué ha pasado?
- Yo...
ella... Nada. ¿Puedes hablar con ella? ¿Por favor?
Jace lo miró con suspicacia.
- ¿Te
has acostado con ella?
-
¿Qué? ¡No! ¡Por supuesto que no! ¿Habla con ella quieres? Seguro que te lo
cuenta todo.
- Esta
bien, pero si me entero de que la lastimas de alguna manera... Puedes darte una
ducha en mi habitación. Steve ya está despierto.
Cogió
algo de ropa limpia y dejo a Jace allí.
Se
preguntó si Sheena le diría a Jace la verdad de lo que pasó y por qué había
huido hacia el baño. Tuvo que sonreír, ella casi había parecido una virgen
asustada cuando él había interrumpido su mirada fija. Aunque la verdad era que
realmente había querido una respuesta a
su pregunta. Por su expresión antes de que él la hubiera sorprendido, podía
adivinar la respuesta, pero aún así... quería estar seguro. Ella nunca lo había
mirado así antes. Jamás.
En su
mirada había visto deseo, hambre, excitación. Y quería más. Necesitaba más.
Terminó
su ducha de agua fría y bajó las escaleras. Ella estaba ya allí desayunando y
actuando como si nada hubiera pasado. Bien. Iba a ser un día muy interesante...
miércoles, 25 de diciembre de 2013
Confesiones de un admirador secreto - Capítulo 3
Sheena
podía sentir sus ojos sobre ella de nuevo y le recorrió un escalofrío. Lo que
había hecho para que él la odiara tanto, aun no lo sabía. Él siempre había sido
borde y grosero con ella y las pocas veces que si habían hablado, era siempre
con comentarios ácidos y muy poco respetuosos. Así que no era como si ella
pudiera ir y preguntarle... Su actitud hacia ella siempre estaba llena de desaprobación,
como si ella hubiese hecho algo horrible para ofenderlo. Se lamió los labios
nerviosamente.
¿Por
qué tenía que hacerla sentir así?
- Oye
nena, ¿por qué estás de morritos?
- No
estoy de morritos.
- Lo
estas. Y... ¿Estás mirando a mi hermano?
-
¿Qué? ¡No!
- ¡Si
que lo estás haciendo! Y ahora te estás sonrojando... ¡ay pero que mona!
-
¡Cállate Jace!
Ella
miró su copa. Su cabeza le daba vueltas, aunque no había bebido mucho. Jace le
dio un beso en la mejilla.
-
Admítelo. Estás loca por él. Y él está loco por ti. Pero los dos sois demasiado
cabezones para admitirlo.
Ella
puso los ojos en blanco.
-
¿Estás borracho? Porque parece que el loco aquí eres tú, Jace. Tu hermano me
odia. No sólo le caigo mal, no. Me odia. Con pasión. Y a mí, me importa un
pimiento.
-
Mentirosa.
Ella
frunció el ceño.
-
¿Perdón?
-
Sabes tan bien como yo que hay una línea muy fina entre el amor y el odio... así
que dime tú... ¿Él te odia?
Él se
acercó y le susurró al oído.
- ¿...
o te ama?
Sheena
lo apartó de un empujón y ni siquiera se molestó en contestar. Le guiñó un ojo
y ella se limitó a sacudir la cabeza. Ella amaba a Jace como a un hermano, pero
él nunca se tomaba las cosas en serio y siempre estaba bromeando. No se parecía
en nada a su hermano Damian. Ella miró a este de reojo y se preguntó por qué se había tomado la molestia de venir, ya que por
lo general evitaba las vacaciones en grupo porque sabía que ella estaría
también... así que ¿por qué aquí y por qué ahora? Tendría que preguntarle a
Jace sobre eso.
*-*-*-*-*
Damian
observó como Jace flirteaba con Sheena. Vio cómo él le dio un beso en la
mejilla y vio como le susurró algo al oído. Nunca había sentido jamás la necesidad
de golpear a su hermano, ni siquiera cuando eran niños, pero ahora mismo estaba
pensando en recuperar el tiempo perdido. Sus dedos temblaban con la necesidad
de formar un puño y simplemente... Ella empujo a su hermano y miró en su
dirección, por lo que él apartó la vista. Todavía no estaba seguro de que ella
y Jace no habían estado juntos, a pesar de que Jace le había asegurado que
jamás había ocurrido nada entre ellos y que no habría nunca nada. ¡Maldita sea!
¿Por qué lo hacía sentirse de esta manera? Igual que un adolescente sin
experiencia… Él tenía 34 años, por amor de Dios.
Era
un hombre de mundo, había tenido relaciones y rollitos casuales, pero ni una
sola vez, jamás, nadie lo había hecho sentir así...
Se
dio cuenta de que Sheena se levanto para ir hacia su hermano, mostrando ese
pequeño vestido sexy. Se puso duro al instante y frunció el ceño mientras
trataba de recordar la última vez que había estado con alguien.
Había
pasado demasiado tiempo. Por lo que podía recordar, había sido antes de que él
la hubiera conocido.
Vaya.
Joder.
Era
una locura.
Ambos
miraron hacia él y ella asintió a algo Jace dijo. ¿De qué demonios estaban
hablando? Sheena le dio un beso en la mejilla y se dio la vuelta para desearles
a todos una buena noche antes de subir las escaleras con un balanceo de sus
caderas.
-
¿Disfrutando de la vista?
-
¿Qué quieres Jace?
-
Nada. Sólo... bueno, ella dice que eres más que bienvenido a dormir en su cama.
Se
volvió hacia su hermano, incrédulo.
- No
me mires así. Ella parece estar bastante segura de que ya que ambos sois
adultos civilizados, que podéis dormir en la misma cama sin matarse el uno al
otro.
Su
hermano sonrió con su diabólica sonrisa que decía 'Tengo un secreto'.
- ¿Y
quién sabe? Tal vez esta es tu oportunidad... durmiendo tan juntos, es sólo
normal que haya roces...
- Yo
no soy un pervertido Jace. Y no aprovecharía de ella de esa manera.
Vació
su vaso de un trago y se la dio a su hermano.
-
Buenas noches. Me voy a la cama.
lunes, 23 de diciembre de 2013
Confesiones de un admirador secreto - Capítulo 2
Damian
puso la bolsa de viaje en su coche, todavía dudando si debía ir. Sheena iba a
estar allí y ella no lo soportaba. Claro que él no le había dado exactamente
una razón para caerle bien, durante todo este tiempo el que ella había sido
amiga de Jace. Se metió en su coche y le envió un mensaje a su hermano. Estaría
en el lago en 2 horas. Se preguntó cómo reaccionaría ella a su presencia, ya
que no se había unido a ninguna de las vacaciones en grupo anteriores. Se
llevaba bien con todos ellos, después de todo también eran sus amigos, a
excepción de ella...
Iría
porque necesitaba las vacaciones y porque amaba el lago...
¿y a
quién quería engañar?
Iría
por ella…
Dos
horas después llego a Lake Blue y aparcó junto a la cabina 5. Miró a su
alrededor y la vista que tenía delante casi lo deja sin aliento. Sheena estaba
saliendo del lago, cubierta solo por un diminuto bikini negro, y el agua
cayendo por todas sus curvas perfectas. La vista era deliciosa. Ella no se
había dado cuenta del coche así que como un idiota, él se quedo pasmado y se
limitó a observarla. Ella sacudió su pelo, que le llegaba hasta los hombros,
para que se secara un poco y se hizo una coleta, levantando los brazos y
haciendo su pecho se elevara. Estaba a punto de tumbarse cuando se fijo en el
coche y se quedó inmóvil. Rápidamente agarró una toalla y se cubrió. Damian
saco sus cosas del coche y pasó por delante de ella.
-
Hola Damian.
Siendo
el idiota que era, él no le hizo ni caso y entro derecho en la cabina. La
sintió justo detrás de él, dejando caer algo en la mesa.
-
¿Cuál es mi habitación?
-
Esa.
Ella
contestó bruscamente y señaló el sofá.
- Al
menos que, desees compartir una cama doble conmigo... - Añadió con dulzura.
Oh
dios las imágenes que invadieron su mente eran interminables.
Podía
imaginarse a sí mismo en una cama de matrimonio con ella durante el resto de la
semana... se cubrió discretamente con una de sus bolsas.
- Que
graciosa. ¿Dónde está todo el mundo? ¿Dónde está Jace?
- No
soy tu secretaria. Llámalo y lo sabrás.
Ella subió
las escaleras a pisotones. La había enfadado. Una vez más. Saco su móvil mientras
ojeaba las cosas que Sheena había dejado sobre la mesa. Loción solar, una
botella de agua, los pendientes que él le había dado en Navidad y una copia muy
leída de 50 sombras de Grey. Que lectura más traviesa. Sonrió. Sheena parecía
demasiado inocente para leer ese tipo de libros.
-
Jace, ¿dónde diablos estás?
- En
la ciudad.
-
Estoy aquí en la cabaña.
-
¿Ya? ¡Mierda! No hables con ella ¿vale? Estaremos allí en unos minutos.
30
minutos después, Sheena todavía no había bajado aunque la ducha había dejado de
funcionar hace 10 minutos. Miro por la ventana, el coche de su hermano por fin
se detuvo junto al suyo, y este entro en la cabaña como loco.
-
¿Dónde está?
- Vaya…,
hola a ti también.
- No
estoy bromeando Damián, ¿dónde está? ¿Qué le has hecho, que le has dicho?
-
Relájate Jace, estoy aquí.
Sheena
bajó las escaleras levando el vestido de verano más sexy que jamás había visto.
Ella lo estaba torturando, no había otra explicación.
Su
hermano la abrazó y le preguntó si estaba bien, mientras que Damian saludó a
sus amigos. Se sentía bien por estar aquí con ellos y esperaba que por una vez pudiera
comportarse y hablar con Sheena como un ser humano normal. Una conversación normal,
entre adultos donde podían...
-
Llegas justo a tiempo para empezar la barbacoa, amigo.
David
le dio una palmada en la espalda.
- Cámbiate
de ropa y baja, ¡tenemos que ponernos a cocinar!
-
Claro. ¿Cuál es mi habitación?
Todo
el mundo dejó de hacer lo que estaban haciendo para mirarlo, y luego mirar a
Sheena.
- Relájese
chicos. Yo ya le dije que se puede quedar en el sofá.
-
¿Entonces qué, ¿significa que quieres que me cambie aquí?
Sus
manos fueron a su bragueta pero ella ni siquiera se molestó en mirarlo.
- Uff
que asco. Por favor no, vas a hacer que pierda el apetito.
Ella
suspiró profundamente.
-
Está bien. Tercer cuarto a la izquierda. Pero tú no vas a dormir en mi cama.
Hizo
todo lo posible para no sonreír como un idiota.
Eso
ya lo verían, porque desde luego el no pensaba dormir en el suelo. Y tampoco en
el sofá…
Disfrutaron
de la barbacoa y movieron las cosas al interior después de haber limpiado todo.
El aire alrededor del lago era frío durante la noche por lo que todos se
echaron un par de copas y se sentaron en la sala de estar de la cabina. Las
chicas estaban sentadas a un lado charlando, mientras que él y los chicos se
sentaron en el otro lado, hablando de fútbol. Movió su whisky dentro de la copa
mientras la miraba. Por primera vez se sentía relajado y las copas que se había
tomado hasta el momento, parecía que le estaban ayudando. Tal vez esta noche podía
hablar con ella sin comportarse como un completo imbécil. Sí, pensó. Eso estaría
de puta madre por una vez...
sábado, 21 de diciembre de 2013
Confesiones de un admirador secreto - Capítulo 1
Sheena
se bajó de su coche y suspiró. Una semana de felicidad absoluta. Fuera del
trabajo, lejos de la ciudad... sólo rodeada de la naturaleza y tranquilidad.
Teresa gritó al llegar a la orilla del lago.
- ¡Ay
que asco! ¡Hay peces muertos aquí!
-
¿Qué esperabas tonta, es un lago. Es probable que haya algunos animales
alrededor, ya sean vivos o muertos. Y solo es un pececito, ¡exagerada!
David,
su novio se había colocado detrás de ella, abrazándola con fuerza. Sheena
suspiró cuando los vio, ella quería eso... Una relación asi. Lo deseaba con
todas sus fuerzas.
- ¡Hey
soñadora!
Jace,
su mejor amigo le pasó el brazo por los hombros.
-
¿Qué piensas del lugar, eh? Es perfecto, ¿o qué?
Ella
miró a su alrededor y tenía que darle crédito, el lugar era increíble. En medio
de un gran parque natural, seis cabañas de madera estaban esparcidas alrededor
del lago. Habían alquilado la más grande, para 8 personas, a pesar de que sólo eran
siete. Ella había querido reservar sus vacaciones sola e ir a alguna playa
lejana, pero Jace no la dejaba. Así que había organizado estas vacaciones en grupo
con todos sus amigos, bueno... casi todos ellos. No era lo mismo que ir sola...
pero ella disfrutaría de todos modos.
- Es
increíble Jace, de verdad.
- Vamos
a tener que salir a caminar, ¡hay pequeños senderos preciosos por todo el lugar!
El echó
un vistazo a su teléfono con nerviosismo.
- ¿Quieres
ir dentro y dejar tus cosas?
-
Claro. ¿Está todo bien?
- De
puta madre. Vamos nena.
Entraron
en la cabina con sus bolsas y miraron las habitaciones. Como de costumbre
Teresa y David estarían juntos en una habitación, al igual que Jace y Steve y
las gemelas Kim y Amy. Porque a pesar de que Amy y Steve estaban juntos, Kim y
Jace no lo estaban por lo que Kim prefería quedarse con su hermana... en lugar
de compartir una habitación con Sheena.
Pero
bueno, ¿quién era ella para juzgar?
Eso
la dejaba a ella sola, pero a ella no le importaba en absoluto. Ella se quedo
con la única habitación que quedaba libre y bajó para ayudar a las chicas a
guardar todas las compras que habían traído. Habían comprado comida para una
semana, planeaban tener barbacoa casi todas las noches, era lo mejor para unas
vacaciones así. Los chicos estaban colocando la barbacoa y preparando las mesas
y los bancos fuera y ella vio como Jace comprobaba su teléfono otra vez. ¿Qué le
estaba pasando?
Amy
la abrazo.
- Hey
nena. ¿Te gusta tu habitación?
- Sí,
está bien. Perfecta para mí, ya que tiene una bonita y enorme cama doble toda
para mí.
-
Oye, tal vez te podrías cambiar conmigo, para que yo y Steve...
-
Olvídalo Amy, ¡te quedas conmigo!
Amy
puso los ojos en blanco al oír a su hermana y sonrió mientras los chicos
entraban de nuevo en la cabaña.
-
¿Chicas queréis ir a la ciudad? ¿Dar un paseo, echar un vistazo?
Todas
las niñas asintieron entusiasmadas, pero Sheena negó con la cabeza.
- Yo
me quedo. Quiero ir a nadar.
- Ay qué
asco, pero hay peces muertos ahí Sheena!
-
Creo que me las arreglaré.
Jace
miró su teléfono de nuevo y Sheena le dio un golpe en el brazo.
-
¿Qué te pasa con ese teléfono?
Steve
interferido antes Jace pudo contestar.
- Oh
tio, ¿no se lo has dicho?
-
¿Decirme el qué?
Jace
miró al suelo.
- ¿Jace?
¿Que no me has dicho?
- Uhm,
no te vayas a enfadar, ¿vale? Yo ah… le dije a Damian que veníamos aquí.
- ¿Tu
hermano?
- Sí.
Me comento que quería venir. Así que le dije que estaríamos aquí.
-
Déjame ver si lo entiendo. Tu hermano, que me odia con pasión, viene aquí, a
pasar las vacaciones?
-
Sheen, ¿qué iba a decir? "No, no puedes venir'…
-
Podrías habérmelo dicho Jace. Una advertencia habría sido agradable.
- Pero
entonces no habrías venido.
- ¡Pues
claro que no!
Parecía culpable, pero Sheena no podía dejar que le molestara. Damian se uniría a ellos. Él se iba a quedar en la misma cabina que ella... su corazón dio un
vuelco ante la idea.
-
¿Cuándo va a venir?
- No estoy
seguro. Estoy esperando que me llame para dejarme saber que está en camino.
- ¿Él
sabe que estoy aquí?
- Lo
sabe.
- Muy
bien. Simplemente genial.
Sheena
suspiró profundamente. Tenía que hacer todo lo posible para intentar disfrutar
de sus vacaciones, aunque el hombre que la odiaba iba a venir a arruinarlas.
- Oh,
bueno. Iros a la ciudad, yo me voy a nadar.
-
¿Estás seguro de que quieres estar sola? – Le preguntó Amy.
- Sí,
claro. Él no está aquí todavía. Asi aprovecho para disfrutar de las pocas horas
de paz que me quedan. Estaré bien.
-
¿Seguro que no quieres que me quede?
-
Estoy segura Jace. Necesito un poco de tiempo a solas en estos momentos. Me
hará bien.
- Lo
siento.
- Lo
sé.
Él la
abrazó y antes de que ella se diera cuenta, todos se habían ido y ella se quedo
sola. Se tomó su tiempo preparándose, poniéndose su nuevo bikini y eligiendo un
lugar fuera para tumbarse y tomar un poco el sol. De vez en cuando se daba un
baño rápido en el lago antes de volver a su toalla y el libro. Miró a su
alrededor, completamente relajada. Esto era exactamente lo que necesitaba.
Confesiones de un admirador secreto
Sheena esta loca por Damian... el hermano de su mejor amigo Jace.
Damian esta completamente enamorado de Sheena... la mejor amiga de su hermano Jace.
Pero ambos creen que se odian mutuamente... hasta que una borrachera y un accidente acaban con esa idea...
Sheena descubre lo que Damian siente por ella de la manera mas extraña, leyendo sus confesiones... las confesiones de su admirador secreto... ya no tan secreto...
martes, 17 de diciembre de 2013
Volver a celebrar la navidad
Volver a celebrar la navidad.
Victoria miro las decoraciones de navidad con asco.
Otro año más, estaría rodeada de gente alegre, celebrando con sus seres
queridos, y ella sola. Yupi. El hipermercado estaba lleno de gente y había
varios Papa Noel esparcidos aquí y allí gritando aquello de ho-ho-ho. Iba de
camino hacia su coche cuando uno de los Papa Noel la intercepto.
- ¡Ho Ho Ho!
Victoria puso los ojos en blanco.
- Si, muy mono. Tengo que irme, ¿me dejas pasar?
Movió el carrito y el Papa Noel se bajo la barba,
riendo a carcajadas.
- ¡Vamos Victoria! ¿Donde esta tu espíritu navideño?
- ¿Roberto?
- El mismo. ¿Que te parece mi nuevo look?
Se dio la vuelta para mostrar el modelito entero y
Victoria tuvo que reír.
- Como dije antes, muy mono. ¿Que haces tu por aquí?
- No siempre soy un aburrido jefe de oficina. - Le
guiño un ojo. - ¿Donde vas con esas compras? ¡Pero si no hay nada navideño!
- No celebro la navidad.
- ¿Como que no?
- Da igual, me tengo que ir...
- Cena conmigo. Nochebuena, cena conmigo.
- No gracias.
- Vic, tu estas sola, yo estaré solo. Podemos
hacernos compañía.
- No creo que sea buena idea.
- Venga va... juro no cantar villancicos.
Victoria sonrió. Su antiguo mejor amigo, disfrazado
de Papa Noel, quería quedar con ella para celebrar la navidad. La cosa no se podía
poner más absurda.
- Anda por favor... te echo de menos.
Y ella a el... Lo había echado de su vida hacia casi
1 año, pero... ¿se atrevía a dejarlo entrar otra vez?
- Esta bien.
- ¡Genial! Pues te espero mañana en mi casa a las 8 ¿vale?
Roberto le dio un rápido beso en la boca, cosa que
no era fácil con esa barriga de Papa Noel de por medio, y colocándose bien la
barba, siguió su camino, gritando ho-ho-ho con una alegría envidiable.
Al día siguiente Victoria estaba nerviosa mientras conducía
hacia la casa de Roberto. El beso que le había dado había despertado
sentimientos en ella que creía haber olvidado. Roberto había sido su mejor
amigo durante años, pero el año anterior, sin saber el como ni el porqué, había
empezado a sentir mas. Y por eso se había distanciado de él.
Aparco delante de la única casa que parecía recién
salida de una película americana, llena de luces navideñas.
La puerta se abrió y ahí estaba el.
- ¡Victoria! Justo a tiempo, ¡el pavo esta casi
listo!
Entro en la casa recibiendo un gran abrazo y
sintiendo mariposas en el estomago.
- Me alegro de que hayas venido.
Los olores navideños de la casa la llenaron de
nostalgia. El olor del pavo en el horno, el árbol de navidad real... y Roberto,
que olía a gloria divina. Sip, muy navideño todo.
La mesa estaba puesta para dos, muy acogedora, y
casi romántica. Roberto se acero a ella con una copa de cava.
- Me vas a contar porque no te gusta la navidad?
- Lo sabes de sobra. Mi ex me dejo en estas fechas.
- Venga ya, tiene que haber algo que te guste de
estas fiestas.
- Si claro, ese pavo que tienes en el horno.
Roberto sonrió y su mirada tenía un brillo travieso.
- Veremos a ver si te puedo hacer cambiar de opinión
con el regalito que tengo para ti.
- ¿Que dices? ¡Nada de regalos! Yo no tengo nada
para ti.
- El que estés aquí es más que suficiente. Ven,
vamos a comer.
Durante la cena, hablaron sin parar, y más de una
vez pensó que si todas las navidades fueran así, no les tendría tanto asco.
Recogieron la mesa y se sentaron delante de la chimenea, absorbiendo el calor
del fuego.
- Bueno, pues llego la hora del regalo.
- Roberto...
Él se movió para ponerse de rodillas delante de
ella. Sacando una pequeña cajita de su bolsillo, la miro directamente a los
ojos.
- Se que dejaste de verme por alguna razón y aunque
no la se, el hecho de no verte todos los días, de no tenerte a mi lado cuando
te necesito, me ha hecho darme cuenta de una cosa. Te quiero, y no puedo vivir
sin ti.
Abrió la cajita y ella jadeo.
- Victoria, ¿quieres casarte conmigo?
Un año después.
Victoria termino de decorar el árbol de navidad. Quería
sorprender a Roberto ya que este no estaba del todo convencido de que ella ya
no odiara la navidad. Además, tenía el regalo perfecto. Oficialmente aun seguían
de luna de miel, ya que se habían casado una semana antes, para poder celebrar
las navidades como marido y mujer.
- Cariño, ya estoy en casa. ¡Vaya! ¿Y ese árbol?
Se acercó a ella, besándola con intensidad.
- ¿Te gusta?
- Mucho.
- Tengo un regalito para ti.
- Pero si aun no es navidad...
- Lo se.
Le dedico una sonrisa radiante.
- Pero te va a gustar, te lo prometo.
Saco la pequeña caja alargada y se la dio.
- Ábrela.
Roberto hizo lo que le decían y la ilusión ilumino
su cara.
- ¿Victoria?
- Enhorabuena cariño, ¡vas a ser papa!
A partir de ese año, a Victoria le encantaba la
navidad. Tenia un marido que la adoraba, un pequeño ser que seria la alegría de
su vida, tenían salud y era feliz. ¿Qué más podía pedir?
sábado, 14 de diciembre de 2013
La fiesta de Navidad
La fiesta de Navidad
Soraya maldijo al verse en el espejo de la entrada
del hotel. La fiesta de navidad de su empresa era de disfraces, y su mejor
amiga no le había podido elegir un traje más pequeño... 'Mama Noel sexy' se llamaba
el modelito...
Entro en la sala de celebraciones y se quedó
maravillada con la decoración. Sonrió, le encantaban estas fechas.
- Vaya, casi no la reconozco señorita Sáez.
Soraya se tensó al oír la voz profunda de su jefe.
Giro la cabeza para mirarle.
- Vaya, a usted se le reconoce igual de bien. Buen
ejemplo para los demás empleados.
Como siempre, Damian hacia lo que le daba la gana y
había aparecido con su traje habitual. Soraya puso los ojos en blanco. Damian
se le acercó y le susurro.
- ¿Tienes idea de las cosas que te quiero hacer cada
vez que haces eso, Soraya?
- ¿Tiene usted idea de las ganas que tengo de
denunciarle por acoso, señor Villanueva?
La suave risa masculina la excito, como siempre.
- Sabes que la empresa no es estricta con respecto a
las relaciones románticas en el trabajo. Y tú y yo hemos tenido muchas
relaciones.
- Sí. Pero nunca románticas. Que disfrute de la
fiesta señor Villanueva.
Damian la observo marcharse. Que tonto había sido al
dejarla salir de su vida. Ella ya no quería saber nada de él, pero él pensaba
cambiar esa situación. Estas navidades, Soraya volvería a estar entre sus
brazos.
- ¡Soraya! ¿Qué hacías tan pegadita a tu ex?
- Nada. Echarle en cara que no lleva disfraz como
los demás. Sigue siendo un estirado egoísta que solo piensa en ganar dinero, y
no en la gente que trabaja para él. Hace lo que le da la gana, siempre. ¿Qué le
cuesta ponerse un simple disfraz?
- Vaya... ¿estas enfadada eh?
- ¡Sí! Si los demás tenemos que hacer el ridículo,
el también debería.
- Ya... y el hecho de que sigas enamorada de él...
Soraya miro a su amiga y se sonrojo.
- No lo niegues. Sé que aún le quieres, he visto
como lo miras.
- Yo...
- También he visto cómo te mira el a ti. Sobre todo
cuando venias hacia aquí, con ese modelito... ¿a qué te alegras de que te lo
haya elegido? ¡Igual hasta vuelves con el!
- Ya claro. Para que me vuelva a dejar tirada en los
aniversarios, cumpleaños y navidades... no gracias.
- Ya verás. Igual te sorprendes...
Miro hacia donde había visto a Damian pero ya no
estaba. Suspiro. Había querido compartir esto con Damian, estar juntos. Pero
no, el no celebraba la navidad. Él trabajaba. Y peor aún, hacía que todos los
empleados tuvieran que trabajar también.
De repente la gente comenzó a murmullar mientras alguien
disfrazado de ángel se subía a un pequeño escenario.
- Queridos empleados, ¡Bienvenidos a la fiesta de
navidad del 2012!
La gente miro a su alrededor sorprendida. El que
estaba sombre el escenario, no era otro que su jefe, el serio y estricto Damian.
Soraya no pudo reprimir la carcajada que le salió y
pronto todos los empleados estaban haciendo lo mismo. Damian siguió.
- Ya sé que os sorprendéis de verme así, pero vengo
a traeros buenas noticias. Gracias a una mujer muy especial, me he dado cuenta de
muchas cosas.
Todas las miradas se giraron hacia ella y noto el
calor en las mejillas.
- Me he dado cuenta de que tengo que ser más
agradecido y que tengo que cambiar mis prioridades para ver lo que es realmente
importante en esta vida.
La miro directamente.
- Van a cambiar muchas cosas en la empresa, todo
para bien. Os he mandado a todos un boletín detallado, pero lo más importante
son un buen aumento de sueldo y más días de vacaciones, ¡incluidas estas
navidades! Ahora, ¡a disfrutar de la fiesta!
Todo el mundo se volvió loco a su alrededor,
mientras ella miraba a Damian estupefacta, al verlo acercarse.
- Vale, ¿quién eres y que has hecho con mi jefe?
Él le sonrió.
- He cambiado.
- Ya, claro…
- Por ti, he cambiado Soraya.
- Yo...
- Déjame demostrártelo. Solo te pido otra
oportunidad.
- No se Damian...
El miro hacia arriba y señalo con un dedo.
- Estamos debajo del muérdago... Eso quiere decir
que debo besarte.
- Eso solo pasa en las películas americanas.
- Mientras pueda besarte, a mí me vale.
Sus labios se apoderaron de los suyos y Soraya no
pudo hacer otra cosa más que rendirse.
- Vuelve conmigo Soraya. Te quiero. Te juro que si
me das esta oportunidad, no te decepcionare. Celebraremos las navidades por
todo lo alto, aparte de todas las demás cosas.
Lo miro escéptica.
- Puedo poner un árbol de navidad?
- Puedes poner cien si eso te hace feliz.
- Uhmm... ¿y me vas a comprar regalos?
- Te comprare todo lo que quieras. De hecho... si
vuelves conmigo esta noche, veras lo mucho que he cambiado... tengo un árbol de
navidad con un montón de regalitos que llevan tu nombre.
Soraya lo miro sorprendida.
- Lo digo en serio. Hoy va a ser el primer día de
nuestra nueva vida juntos. Si tú quieres. ¿Qué me dices?
Soraya miro al muérdago y sonrió.
- Sí. Digo… sí.
Damian la beso apasionadamente delante de todos.
Realmente era un hombre diferente.
- Feliz navidad mi vida. Te quiero.
lunes, 2 de diciembre de 2013
Mucho mas que amigos - Epilogo
La boda se celebró un mes después, ya que ni ella ni Carlos querían esperar más. ¡Habían esperado demasiado ya!
Termino de arreglarse y miro a su dama de honor, que estaba increíble. Laura había pasado de secretaria sosa a belleza despampanante. Estaba deseando ver la reacción de Rafa al verla.
El muy cabezón se había traído a una supuesta amiga, y sabía que Laura sufría por ello, aunque lo intentaba disimular.
- Ya verás Laura, ese se va a quedar pasmado cuando te vea.
- ¿De verdad que no estoy haciendo el ridículo?
- Pero chica, ¿tú te has mirado al espejo? ¡Estas buenísima! Tienes suerte de que estoy más que segura del amor que me tiene Carlos que si no, ¡no dejaría que se acercara a ti! Estas preciosa. Confía en mí. Además, Alex estará contigo, te caerá bien, ya lo veras.
- Gracias Sandra. ¡No se cómo agradecértelo!
- No te preocupes. Anda, avisa a mi padre. Tengo que casarme antes de que Carlos se canse de esperar en el altar.
La ceremonia fue breve e íntima justo lo que ambos querían y en el banquete, Carlos no podía dejar de besar y tocar a su esposa. Cuando llego el primer baile, no pudo ocultar su risa, mientras le susurraba a su mujer.
- Rafa no deja de mirar a Laura.
- ¡Lo sé!
- Fue muy buena idea emparejarla con Alejandro.
- Si, tu primo parecía encantado con la idea de ayudar a darle celos a Rafa. Tu hermano tiene abandonada a la Barbie rubia. Y si las miradas mataran… Alex tendría un serio problema.
Los dos soltaron una carcajada en complicidad, atrayendo la atención de todos sus invitados.
- ¡Que se besen! ¡Que se besen!
Eso no hacía falta que se lo dijeran dos veces. Carlos beso a Sandra con posesividad y los invitados estallaron en aplausos y silbidos.
- Estoy deseando arrancarte ese vestidito precioso que llevas y hacerte mía, señora Márquez.
- Mmmm, ¿y a qué esperas mi amor?
- Buena pregunta… pero me temo que si nos vamos tan pronto, a tus padres y los míos, les va a entrar algo.
La boca de Sandra se torció en un mohín.
- Prometo compensarte con creces, pequeña. He traído tus juguetes preferidos, más algunos que aún no hemos probado.
Sandra lo beso.
- Hoy no quiero juguetes. Hoy te quiero solo a ti.
Carlos sonrió feliz.
- A mí siempre me tendrás, mi vida. Siempre.
- Igual que tú a mí, corazón. Ahora dime, ¿cuánto tiempo tengo que esperar para poder sentirte dentro de mí?
Fin.
Termino de arreglarse y miro a su dama de honor, que estaba increíble. Laura había pasado de secretaria sosa a belleza despampanante. Estaba deseando ver la reacción de Rafa al verla.
El muy cabezón se había traído a una supuesta amiga, y sabía que Laura sufría por ello, aunque lo intentaba disimular.
- Ya verás Laura, ese se va a quedar pasmado cuando te vea.
- ¿De verdad que no estoy haciendo el ridículo?
- Pero chica, ¿tú te has mirado al espejo? ¡Estas buenísima! Tienes suerte de que estoy más que segura del amor que me tiene Carlos que si no, ¡no dejaría que se acercara a ti! Estas preciosa. Confía en mí. Además, Alex estará contigo, te caerá bien, ya lo veras.
- Gracias Sandra. ¡No se cómo agradecértelo!
- No te preocupes. Anda, avisa a mi padre. Tengo que casarme antes de que Carlos se canse de esperar en el altar.
La ceremonia fue breve e íntima justo lo que ambos querían y en el banquete, Carlos no podía dejar de besar y tocar a su esposa. Cuando llego el primer baile, no pudo ocultar su risa, mientras le susurraba a su mujer.
- Rafa no deja de mirar a Laura.
- ¡Lo sé!
- Fue muy buena idea emparejarla con Alejandro.
- Si, tu primo parecía encantado con la idea de ayudar a darle celos a Rafa. Tu hermano tiene abandonada a la Barbie rubia. Y si las miradas mataran… Alex tendría un serio problema.
Los dos soltaron una carcajada en complicidad, atrayendo la atención de todos sus invitados.
- ¡Que se besen! ¡Que se besen!
Eso no hacía falta que se lo dijeran dos veces. Carlos beso a Sandra con posesividad y los invitados estallaron en aplausos y silbidos.
- Estoy deseando arrancarte ese vestidito precioso que llevas y hacerte mía, señora Márquez.
- Mmmm, ¿y a qué esperas mi amor?
- Buena pregunta… pero me temo que si nos vamos tan pronto, a tus padres y los míos, les va a entrar algo.
La boca de Sandra se torció en un mohín.
- Prometo compensarte con creces, pequeña. He traído tus juguetes preferidos, más algunos que aún no hemos probado.
Sandra lo beso.
- Hoy no quiero juguetes. Hoy te quiero solo a ti.
Carlos sonrió feliz.
- A mí siempre me tendrás, mi vida. Siempre.
- Igual que tú a mí, corazón. Ahora dime, ¿cuánto tiempo tengo que esperar para poder sentirte dentro de mí?
Fin.
domingo, 1 de diciembre de 2013
Mucho mas que amigos - Capítulo 39
Ahora le tocaba a Carlos sonreír.
- ¿Ah sí? Y como piensas hacer eso. Laura no es exactamente el tipo de mujer por el que mi hermano se vuelve loco.
- Ahh ahí está el truco. Pienso ayudarla a ella en vez de a él. Rafa me ha pedido que me invente que tiene una novia en no sé dónde para que ella cree que no está disponible y se desanime con él. Peeeeero, en vez de eso, voy a ayudarla a ella a conquistarlo. Y empezare haciéndole un cambio de look que Rafa se va a caer de espalda. Ya lo veras.
- Sabes que Rafa no es de esos, le va a hacer daño. Se aprovechara de ella una noche y la despedirá. Él no es de los que tiene relaciones serias.
- Ah pero Laura es diferente. Lo sé. ¿Por qué si no vendría a mi casa a pedirme ayuda para intentar alejarla?
- No sé yo…
- Con cualquier otra, se acostaría con ella sin importarle nada más. Sin embargo me ha dicho que no quiere perderla como secretaria.
Arqueo una ceja, en señal de que eso lo aclaraba todo.
- Y eso a ti… ¿no te importa?
- ¿Porque me iba a importar? Laura me cae muy bien y creo que harían muy buena pareja. Ella es justo lo que Rafa necesita para sentar cabeza. Y, antes de que empieces con tus dudas e inseguridades… Lo que siento por tu hermano Rafa es cariño. Le quiero como mi cuñado que es. Pero te quiero, te amo, y te adoro a ti, Carlos. Tú eres el amor de mi vida. Siempre lo has sido y siempre lo serás. Creo que tenía miedo y por eso no supe ni quise reconocer mis sentimientos hacia ti. Ni siquiera a mí misma. Pero te aseguro que eres todo lo que quiero y necesito en mi vida y espero que tu sientas lo mismo Carlos porque no has dicho nada y…
La beso con tanta intensidad que a ambos le costaba respirar.
- Te amo. Te amo, te quiero, te adoro. Siempre lo he hecho. Para mí, siempre has sido mucho más que una amiga.
- ¿Y porque no me has dicho nunca nada, eh tontorrón?
- Porque eres mi mejor amiga. No quería, no podía perderte.
- ¿Y estabas dispuesto a arriesgar que estuviera con otro?
- Mientras que fueras feliz…
- Solo puedo ser feliz contigo, Carlos.
Suspiro y cerró los ojos, casi no se atrevía a creer que esto fuera verdad.
- No sabes lo feliz que me hace oír eso.
Se arrodilló delante de ella.
- Y si me dejas, me voy a pasar toda la vida dedicándome a seguir haciéndote feliz. A quererte y cuidarte más que nunca. Pequeña, ¿te quieres casar conmigo?
- ¿Ah sí? Y como piensas hacer eso. Laura no es exactamente el tipo de mujer por el que mi hermano se vuelve loco.
- Ahh ahí está el truco. Pienso ayudarla a ella en vez de a él. Rafa me ha pedido que me invente que tiene una novia en no sé dónde para que ella cree que no está disponible y se desanime con él. Peeeeero, en vez de eso, voy a ayudarla a ella a conquistarlo. Y empezare haciéndole un cambio de look que Rafa se va a caer de espalda. Ya lo veras.
- Sabes que Rafa no es de esos, le va a hacer daño. Se aprovechara de ella una noche y la despedirá. Él no es de los que tiene relaciones serias.
- Ah pero Laura es diferente. Lo sé. ¿Por qué si no vendría a mi casa a pedirme ayuda para intentar alejarla?
- No sé yo…
- Con cualquier otra, se acostaría con ella sin importarle nada más. Sin embargo me ha dicho que no quiere perderla como secretaria.
Arqueo una ceja, en señal de que eso lo aclaraba todo.
- Y eso a ti… ¿no te importa?
- ¿Porque me iba a importar? Laura me cae muy bien y creo que harían muy buena pareja. Ella es justo lo que Rafa necesita para sentar cabeza. Y, antes de que empieces con tus dudas e inseguridades… Lo que siento por tu hermano Rafa es cariño. Le quiero como mi cuñado que es. Pero te quiero, te amo, y te adoro a ti, Carlos. Tú eres el amor de mi vida. Siempre lo has sido y siempre lo serás. Creo que tenía miedo y por eso no supe ni quise reconocer mis sentimientos hacia ti. Ni siquiera a mí misma. Pero te aseguro que eres todo lo que quiero y necesito en mi vida y espero que tu sientas lo mismo Carlos porque no has dicho nada y…
La beso con tanta intensidad que a ambos le costaba respirar.
- Te amo. Te amo, te quiero, te adoro. Siempre lo he hecho. Para mí, siempre has sido mucho más que una amiga.
- ¿Y porque no me has dicho nunca nada, eh tontorrón?
- Porque eres mi mejor amiga. No quería, no podía perderte.
- ¿Y estabas dispuesto a arriesgar que estuviera con otro?
- Mientras que fueras feliz…
- Solo puedo ser feliz contigo, Carlos.
Suspiro y cerró los ojos, casi no se atrevía a creer que esto fuera verdad.
- No sabes lo feliz que me hace oír eso.
Se arrodilló delante de ella.
- Y si me dejas, me voy a pasar toda la vida dedicándome a seguir haciéndote feliz. A quererte y cuidarte más que nunca. Pequeña, ¿te quieres casar conmigo?
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