domingo, 30 de junio de 2013

Un amor inolvidable - Capítulo 16


Al día siguiente Silvia se levanto tarde. Dani había estado distante con ella incluso cuando estuvieron comiéndose la tortilla que había preparado. Después de la cena tardía, la instalo en su habitación y dijo que el ya dormiría en el sofá o algo. A Silvia no le dio tiempo de pedirle que se quedara con ella, y la verdad era que no había podido dormir muy bien.

Se estiro lentamente, sentía dolor en músculos que nunca antes había sentido y sonrió al pensar en lo que había causado ese placentero dolor.

Seguidamente frunció el ceño, ¿porque Dani la había acusado de engañarla? ¿Porque hablaba de casarse?

Silvia decidió darse una ducha antes de enfrentarse a Dani, pero cuando termino y fue a hacerse algo de desayunar, se dio cuenta de que Daniel no estaba durmiendo en el sofá, y la casa estaba tan silenciosa que parecía que no había nadie.

Daniel tenía razón cuando decía que no era muy grande, pero era suya y olía a él. Eso bastaba para que a Silvia le pareciera el mejor piso del mundo.

Cuando termino el desayuno, fregó los platos y como no tenía otra cosa que hacer decidió encender la televisión, aunque no veía nada de lo que estaban poniendo. Los eventos de la noche anterior se repetían en su cabeza una y otra vez y Silvia no dejaba de intentar averiguar qué era lo que había dicho o hecho para que Dani reaccionará como lo hizo.

Al cabo de un rato seguía pensando en ello, cuando escuchó la puerta de la entrada, y Dani entro con unas cuantas bolsas de comida.

- Bien, estas despierta.

No parecía de mejor humor que ayer. Silvia no respondió, simplemente le miro.

- ¿Quieres hacer algo, ver algún lugar ya que estas aquí?

¿Qué pensaba, que iba a pasarse la semana haciendo de turista? Silvia negó con la cabeza y Dani suspiro, frustrado.

- Está bien, ¿hay alguna otra cosa que te apetezca hacer?

Inmediatamente Silvia se sonrojo y desvió la mirada. Si que había algo pero después de la reacción que había tenido Dani la noche anterior al hacerle el amor, ella no pensaba proponérselo. Daniel tosió nerviosamente y se dio la vuelta, como si estuviera ocultando algo. Todavía me desea, pensó Silvia, sin entender su rechazo. Daniel se aclaró la garganta.

- Bueno, mañana temprano salimos temprano hacia Madrid. Hemos quedado con tus padres para cenar.

Silvia lo miro, pero él seguía de espaldas a ella.

- Así que ¿si quieres descansar o algo…?

Silvia negó nuevamente, y volvió toda su atención hacia el televisor, como si la película que estaban echando fuera lo más interesante del mundo.

Daniel se encargo de la comida y la cena, sin poder olvidarse de la noche anterior. Todavía podía notar el sabor de Silvia en su lengua. Podía sentir su piel bajo la suya... Y Dios, cuando Silvia había insinuado con su mirada que era lo que quería hacer, casi se abalanza sobre ella en el sofá. Tenía que controlarse, porque a su cuerpo no parecía importare el engaño. Había hablado brevemente con Eduardo por la tarde, para explicarle que él y Silvia iban a casarse, pero que necesitaba su apoyo para que Silvia no lo dejara tirado. Mañana tendría que explicárselo todo, y no era una conversación que estaba deseando tener. Después de la llamada había ido a comprar un anillo, pero claro, ya tenía el anillo perfecto en la caja fuerte de su casa de Madrid. Era de oro blanco, con una esmeralda preciosa, el color que más le gustaba a Silvia. Sin embargo ahora que había surgido la oportunidad, no quería dárselo. Había comprado el anillo con intención de dárselo después de la fiesta de Eduardo y Marta, como un regalo más; la boda de su hija. Soltó un bufido. Qué tontería… Así que hoy le había comprado un anillo muy sencillo, aunque elegante. También de oro blanco, porque eso era lo que a ella le gustaba, con unas pequeñas piedras preciosas en negro. Sabía que no expresaba lo que tenía que expresar pero no podía abrir su corazón ahora, porque si no, se lo arrancaría de cuajo.

Silvia se moría por que Dani la llamara a la cocina y le diera algo que hacer. Deseaba hacerle alguna de las recetas que su madre le había enseñado por el. Sin embargo, él solo estaba haciendo la cena y parecía no necesitar ayuda, así que a ella le tocaba esperar viendo la tele. Ya había hecho zapping unas cuantas veces por todos los canales, pero no encontraba nada en lo que se pudiera concentrar más de 10 segundos.

La comida olía de maravilla, y el estomago de Silvia rugió en reacción.

Dani termino de poner la mesa, y la llamo para sentarse a la mesa con él. El grave timbre de su voz le ponía los pelos de punta, y cuando vio la mesa, casi podía creer que Dani quería seducirla. Casi, porque aunque la mesa parecía estar puesta para dos amantes, con velas incluida, la cara de Dani reflejaba de todo menos seducción o amor.

Comieron en silencio, con el suave murmullo de la tele como sonido de fondo. Dani parecía ponerse más nervioso por momentos, y no paraba de meter la mano en el bolsillo del pantalón. Silvia lo miraba con curiosidad, preguntándose como reaccionaria si se levantara ahora mismo e intentara seducirlo. La detendría… ¿o se aprovecharía del momento? Se mordió el labio. Estaba loca por volver a sentir los besos de Dani, sus caricias. No pudo contener el gemido que salió de su garganta. Quería volver a estar con él y le dolía que él no pareciera querer lo mismo de ella. Dani la miraba con preocupación.

- ¿Estás bien?
- Perfectamente - mintió Silvia, sin poder mirarlo a los ojos.

Daniel se levantó, inquieto.

- Dios mío Silvia, yo… esto…

Respiro hondo y lo volvió a intentar.

- Silvia, yo… yo no pensé que las cosas irían así. Yo… no se…
- Déjalo Daniel. Nos acostamos, no te gusto y ahora no sabes que hacer conmigo. No pasa nada.

Silvia sentía que se desgarraba por dentro con las siguientes palabras, pero se obligó a decírselas.

- En cuanto me lleves a mi casa, no tendrás que volver a verme, te lo aseguro.
- ¿Eso es lo que crees? ¿Que no me gusto?

La pregunta pillo a Silvia desprevenida, si no era eso, ¿qué más podía ser? Claro que todavía no le había aclarado lo del engaño y eso, así que espero a ver si le contaba que demonios le pasaba.

- Silvia…

Daniel suspiro cansado pero ahora mismo le daba igual. Escucharlo llamarla por su nombre en vez de su mote, la estaba enfureciendo. Era como si él se negara a usar ese nombre tan íntimo entre los dos.

- Mira, no es que no me gustara, porque me gusto. Pero…

La miro de reojo, mientras ella esperaba.

- Sé que me engañaste ¿vale? Pero eso da igual. Vamos a casarnos y ya está.

Silvia se rebeló, aunque esto era lo que deseaba, sabía que Daniel no lo hacía por amor, sino por alguna estúpida idea del honor.

- ¿De qué estás hablando? No pienso casarme contigo, ¡solo porque nos hayamos acostado!

Daniel entrecerró los ojos.

- Si que nos casaremos. He sido el primero, y pienso ser el único.

Sus palabras encendieron una llama de esperanza, que con las siguientes palabras de Dani pronto se volvió a extinguir.

- No usamos protección y podrías estar embarazada. No pienso dejar que mi hijo nazca fuera del matrimonio.
- No estoy embarazada, así que ya esta te libero de tu ‘obligación’ hacia mí.
- Eso no lo sabes.
- Si Dani, sí que lo sé.
- ¿Cómo? ¿Cómo sabes que no llevas a mi hijo creciendo dentro de ti?

La mirada llena de sospecha, dolió, pero Silvia intentaba dejar que no la afectara.

- Porque lo sé Dani, y ya está

Se levantó de la mesa para ir a la habitación, pero él le bloqueo el paso.

- Silvia…

Su nombre sonó como un gruñido amenazador, pero Silvia no se dejo amedrentar.

- ¿Lo quieres saber? Está bien. Sé que no estoy embarazada porque me pongo la inyección anticonceptiva ¿de acuerdo? Por eso lo sé. ¡Por Dios!

Dani claramente no se había esperado esa respuesta, pero se enderezo.

- Me da igual. Esas cosas no son efectivas al cien por cien, así que serás mi esposa te guste o no.

Silvia tenía ganas de darle una bofetada, pero se contuvo.

- Ya te dije una vez que no quería casarme contigo, y nada ha cambiado.

Sabía que era un golpe bajo y la cara de dolor de Daniel le hizo arrepentirse inmediatamente de sus palabras.

- Dani… lo… yo, lo sie…
- Ni se te ocurra disculparte. Eso es lo que sientes. Me parece estupendo. Excepto que ahora no tienes elección. Nos vamos a casar quieras o no.

Metió la mano en el bolsillo y saco lo que había estado ocultando toda la noche. Silvia abrió mucho los ojos y se tapo la boca con la mano mientras Dani abría la pequeña caja con el anillo y se la enseño.

- No quiero tener que obligarte a nada, así que lo intentare una vez más. Silvia, ¿quieres casarte conmigo?

Silvia se quedo callada con la mano todavía en la boca. Una lágrima solitaria le bajaba por la mejilla. Sin apenas voz le contesto.

- No. Lo siento Dani, pero no.

sábado, 29 de junio de 2013

Un amor inolvidable - Capítulo 15


Silvia no podía respirar. La voz de Dani era fría y distante, y su mensaje claro.

- De que hablas Dani?
- Venga ya Silvia. No te hagas la tonta ¿vale? Conmigo no.

¿Silvia? ¿Qué había pasado con Campanilla? ¿Qué demonios le pasaba a Dani?

Dani estaba apoyado en la mesa de escritorio, con los brazos cruzados y mirándola fijamente.

- No sé de qué me estás hablando.

Silvia verdaderamente no sabía lo que le pasaba a Dani. Para ella había sido maravilloso, y no lo podía disfrutar porque Dani estaba diciendo tonterías.

- Silvia…

Dani respiro profundamente

- Sé que me has engañado vale. Así que deja de hacerte la tonta y dime la fecha en la que quieres hacer esto.

Silvia se quedó sin palabras.

- ¿Engañado? ¿De qué demonios estás hablando?

Dani parecía a punto de estallar

- Está bien, ¿quieres jugar a esto? Pues juguemos.

Se acerco a ella, tan cerca que sus alientos se mezclaban

- Has conseguido lo que querías y nos vamos a casar. Elige la fecha, los invitados y el vestido, que yo me encargo de lo demás.

A Silvia se le saltaron las lágrimas.

- Dani, me estas asustando. No sé qué te pasa y lo que estás diciendo no tiene ningún sentido.

Daniel tuvo que mirar hacia otro lado, para no ver el brillo de sus ojos.

- Me da igual lo que digas. Tú me has obligado a esto así que nos vamos a casar lo antes posible. Mañana hablare con tus padres.

 

Los sollozos se hicieron más fuertes y Silvia parecía realmente confusa. Daniel no podía verla así, se le partía el corazón. Pero no podía sucumbir, era muy buena actriz eso lo tenía que reconocer. Pero nadie le volvería a engañar. Se casaría con ella, porque su honor y el respeto que sentía hacia sus padres, no le dejaban otra opción. Pero una vez casados, no volvería a tocarla. No quería saber nada más de ella. Jamás hubiera pensado que su campanilla fuera capaz de semejante engaño, solo para volver a humillarlo. No sabía porque lo odiaba tanto, pero estaba claro que así era.

No podía soportarlo más, así que cogió el resto de su ropa del suelo y se metió en el baño para darse una ducha. Cuando entro tuvo que respirar hondo, cosa que no le ayudo puesto que el olor del gel de baño de Silvia todavía flotaba en el aire. Eres un idiota, ¿cómo has podido caer así? Sabes que solo va a volver a romperte el corazón idiota. ¡Idiota! Dejo que el agua fría le helara los huesos, y solo cuando ya no podía sentir nada, salió y se vistió. Cuando salió, vio que Silvia había estado preparando su bolsa de viaje, pero en ese momento estaba sonrojada y miraba con preocupación algo que había en la sabana, que él no podía ver desde la puerta de cuarto de baño.

 

Ella levanto la mirada hacia él y se mordió el labio.

- Está…la he…está manchada.

Dani se acerco. Efectivamente había una pequeña mancha de sangre en la sabana, como evidencia de lo que había pasado allí. Daniel señalo la bolsa.

- ¿Piensas ir a alguna parte?
- Si, me voy a casa.
- Ni lo pienses. Te vienes conmigo.

Silvia soltó un bufido.

- Si claro, como si fuera a obedecerte así sin más. ¿Estás loco?

Ya empezamos, pensó, solo han pasado unas horas y ya me está rechazando.

- Silvia…

Su voz sonaba amenazante, hasta para él.

- No me obligues a hacer algo de lo que me pueda arrepentir.
- ¿Amenazas Dani? ¿En serio?

Se acercó a él.

- ¿Y qué vas hacer? ¿Pegarme?
- No. Sabes que jamás haría eso. Pero si que puedo llamar a tu padre. A ver qué piensa el de todo esto.
- No te atreverías.
- Ponme a prueba.

 

Podía ver como Silvia apretaba las mandíbulas fuertemente, y las aletas de la nariz no paraban de moverse. Daniel no sabía si podría contenerse mucho más. Quería besarla porque estaba adorable así tan enfadada y más sexy que nunca.

- Vamos.

Cogió la bolsa de Silvia y miro alrededor para asegurarse de que no se quedaba nada atrás. Dani se encargo de registrar la salida del Hotel y juntos fueron hacia su coche. El corto camino hacia el apartamento de Daniel lo hicieron en silencio y cuando por fin llegaron, Silvia noto que estaba hambrienta. Exhausta y hambrienta. Su estomago la delato porque Daniel se apresuro en abrir la puerta para dejarla pasar.

- Entra, ahora mismo preparo algo de cenar.
- Son las 3 de la mañana Dani, no te preocupes.

Se encogió de hombros,

- Tengo hambre y tú también, así que preparare algo rápido. Date un paseo por el piso si quieres, no es muy grande, pero…

Se calló, cuando se dio cuenta de que estaba hablando demasiado. 

- Te avisare cuando este lista la comida.

Silvia asintió y se dispuso a recorrer el piso que llevaba meses deseando ver.

jueves, 27 de junio de 2013

Un amor inolvidable - Capítulo 14


Dani parecía enfadado. No paraba de pasearse por la habitación como un tigre enjaulado. Silvia abrió la boca para pedirle que hablaran pero en el momento en el que abrió la boca, él la miro furioso, con un aviso en la mirada.

Ella seguía cubriéndose con la sabana como podía, más que consciente de que debajo no llevaba nada. Se sentía deliciosamente bien, sin embargo con la preocupación de Dani, no podía relajarse lo suficiente como para disfrutar lo que había pasado. El seguía con lo suyo, de la puerta a la ventana, de la ventana a la puerta. Y vuelta a empezar.

Silvia quería tirarle algo, llamar su atención, hablar con él. Pero claramente el no estaba de humor. El descubrir que era virgen lo había horrorizado. Como si de verdad hubiera esperado que ella hubiese podido estar con otro que no fuera el… Silvia soltó un bufido, solo para recibir otra mirada severa de Dani. Silvia necesitaba darse una ducha, estaba pegajosa del sudor, y bueno… también entre las piernas. Silvia no pudo reprimir la sonrisa, estaba feliz. Por primera vez en mucho tiempo estaba verdaderamente feliz.

Así se quedaron durante largo rato, hasta que Silvia no aguanto más. Se levanto de la cama sin ningún pudor y fue a recoger su bata del suelo. Dani se había quedado como congelado, y la miraba con algo parecido a la sospecha. Silvia decidió ignorarlo, y fue hacia el cuarto de baño

- Me voy a dar una ducha. Si quieres me acompañas.

Espero una respuesta de Dani, pero este no soltó palabra.

- Tú mismo…- murmuro, antes de entrar y cerrar la puerta silenciosamente.

Daniel no se lo podía creer. ¡Silvia era virgen! Sabía que era inocente, pero no hasta ese punto. Estaba sorprendido, enfadado, ya no sabía ni que sentir o que pensar. Dios mío, y se había prometido a si mismo que nunca más dejaría que ella se le acercara. Era tonto – una vez mas había caído a sus pies.

Estaba claro lo que tenía que hacer, su honor no le dejaría hacer otra cosa. Pero esto le enfurecía. ¿Cómo podría pasarse el resto de su vida a su lado, solo para recibir humillación tras humillación?


Seguramente Silvia sabía lo que el sentiría, lo que él estaría obligado a hacer una vez que le quitara la virginidad, no podía ser tan ingenua ¿o sí? No, Silvia lo conocía perfectamente y sabía exactamente lo que el haría. Era una trampa, le había tendido una trampa. Pero ¿porque? ¿Tanto le odiaba que quería tenerlo a su lado para ponerlo en ridículo siempre que se le antojara? Escucho el grifo de la ducha e imagino su cuerpo perfecto mojándose. Primero el pelo, los pechos, el ombligo con ese piercing, y más abajo ese tatuaje. Madre mía, el tatuaje. Cuando lo vio, casi le da un infarto. El dibujo de la pequeña hada llevaba un colgante, y el colgante decía ‘Dani’. Se moría de curiosidad, ¿cuándo demonios se había hecho Silvia ese tatuaje? Y más importante aún, ¿porque?

Daniel seguía con su paseo por la habitación. Necesitaba salir y correr unos kilómetros a ver si así se le aclaraba la mente. Pero no quería dejar sola a Silvia. Sabía que estaría sensible después de su primera vez, y que tendría que estar a su lado, abrazarla y cuidarla, pero no podía. Su orgullo estaba herido ahora que estaba claro que le había tendido una trampa. Esperaría a que ella saliera de la ducha, y después le haría la pregunta por la que ella había montado todo este circo. Cerró los ojos y pensó en lo que había pasado, los gemidos de Silvia jamás se borrarían de su memoria. La suavidad de su piel, su reacción a cada caricia. Respiro hondo, tenía que acordarse de que ella le había tendido una trampa, que solo lo quería humillar, aunque todavía no sabía porque. Tenía que reconocer que por un instante, al saber que él era el primero, le recorrió un sentimiento de orgullo y de salvaje posesividad. Su cuerpo entero había gritado ¡Mía!, pero ahora, ya no estaba seguro de nada. Quería estar con ella, esto era lo que llevaba años soñando a pesar de la promesa que se había hecho así mismo. Pero así no. Con engaños no.

Cuando Silvia salió por fin del cuarto de baño envuelta en esa bata, lo soltó.

- Dime la fecha.

Silvia lo miro extrañada.

- ¿La fecha de qué?
- No te hagas la tonta conmigo Silvia. La fecha de nuestra boda.

miércoles, 26 de junio de 2013

Un amor inolvidable - Capítulo 13


Silvia no confiaba en su voz para decirle a Daniel donde lo necesitaba, así que cogió su mano y se la puso sobre un pecho. Daniel cerró los ojos y gimió antes de coger su ya erecto pezón entre el índice y el pulgar y apretar suavemente. Silvia jadeo. Jamás había sentido algo así, y no quería que parara nunca. Echo la cabeza hacia atrás, mientras Dani seguía jugando con su pezón. A través de la tela de la bata noto el aliento de Daniel sobre el otro pezón, y seguidamente noto sus dientes sobre su piel sensible. Silvia tuvo que agarrarse más fuerte, todas las cosas que estaba sintiendo hacían que le temblaran las piernas y no apenas se pudiera sostener.

Pero no quería que Daniel lo hiciera todo. Ella también quería tocar, acariciar y saborear su piel. Si tan solo lograra aclarar su mente un poco, pero con Dani besándola y tocándola, mientras jugaba con sus pechos, eso era imposible.

- Dani?

Su voz apenas era un jadeo.

- Dani, es demasiado…no puedo…

Daniel se alejó de ella como si se hubiera quemado. Respiraba agitadamente y sus ojos estaban tan oscuros que apenas se veían azules. Sylvia sintió frio cuando él se separo de ella tan repentinamente.

 

Daniel cerró los ojos.

- Lo siento. No debí…-
- Ni se te ocurra. No digas que te arrepientes.

Silvia se acerco a él, no iba a acobardarse ahora. Su cuerpo necesitaba el de Dani, y no iba a ignorarlo. Mientras se acercaba a él, estaba deshaciendo el nudo de su bata.

- Silvia…Campanilla…

Daniel parecía asustado, como si no supiera bien qué hacer.

- Si hubiese querido que pararas, te lo hubiese dicho. Yo te he pedido que pararas, Dani?
- No, bueno, si, dijiste…
- Dije, que era demasiado.

La vista de Daniel seguía sus manos, mientras ella se quitaba la bata lentamente.

- Y la razón por la que dije eso, era que yo era la única que estaba recibiendo placer. Y necesitaba que frenaras un poco para yo poder darte placer a ti.

Sabía que estaba sonrojada, pero le daba igual. Daniel la miraba boquiabierto, mientras ella terminaba de quitarse la bata y esta caía al suelo.  

Daniel no podía quitarle los ojos de encima, ¡era preciosa! Tenía curvas es los sitios correctos y las manos le picaban de las ganas que sentía de volver a tocarla. Cuando ella le dijo que era demasiado, casi se le para el corazón. Sabía que esto era una locura, pero ahora mismo no pensaba con la cabeza. La promesa que se hizo a si mismo hace tantos años había quedado en el olvido en el momento que ella abrió la puerta de su habitación. No estaba dispuesto a dejar que ella lo rechazara otra vez, pero por como ella estaba actuando ahora mismo, no parecía que eso fuera a pasar. Veía como Silvia se le acercaba, pero él no se podía mover, estaba como congelado. El conjunto que llevaba le quitaba la respiración, era rojo burdeos y le quedaba increíblemente bien, pero Daniel solo tenía ganas de arrancárselo a bocados.  Silvia se acerco más a él y le puso las manos en el pecho. Aguanto la respiración mientras ella empezaba a quitarle los botones, sin desviar la mirada. Estaba increíblemente sexy, mientras se mordía el labio y le soltaba los botones y Daniel estaba haciendo un verdadero esfuerzo para no tocarla.

Por fin llego al último botón, y lentamente dejo pasar las uñas por sus abdominales, causándole escalofríos por todo el cuerpo. Daniel contuvo un gemido mientras ella le pasaba las manos por los hombros y le quitaba la camisa en el proceso. Cuando volvió a bajar las manos, llego a la hebilla de su cinturón y mientras se lo soltaba, sin querer o a propósito, Daniel no estaba seguro, Silvia rozaba su obvia erección.

Cada vez que lo hacía, Daniel aguantaba la respiración, seguro de que en cualquier momento explotaría. Justo cuando Silvia estaba a punto de liberarlo de esos pantalones tan apretados, le agarro las muñecas. Ella le miro interrogante

- ¿Estas segura Campanilla?

Ella solo se lamio los labios antes de soltarse las muñecas, y seguir con lo que estaba haciendo.

Por fin los pantalones cayeron al suelo, y Silvia se arrodillo delante de él. Esto era demasiado, no podría aguantar mucho mas, pero ella parecía curiosa así que la dejo. Ya le tocaría a él torturarla de esta manera tan placentera. Soltó un gruñido, Silvia le estaba tocando y parecía maravillada, pero cuando vio que abría la boca y sacaba la lengua, no pudo aguantar más. Dio un paso hacia atrás, consiguiendo que Silvia lo mirara con una mueca. Sin una palabra la ayudo a levantarse. La necesitaba, ya. Después del susto por no saber donde estaba, y las horas conduciendo, solo quería hacerle el amor y quedarse dormido entre sus brazos. La tumbo en la cama con cuidado y le quito el sujetador. Inspiro fuertemente y trato de controlar su cuerpo. Había estado con mujeres antes, y siempre las había buscado que se parecían a Silvia, pero jamás, ninguna se parecía ni remotamente a la verdadera Silvia, a su Campanilla. Sonrió. Por fin iba a estar con ella e iba hacer que ella no se olvidara jamás.

Silvia estaba tumbada en la cama, viendo como Dani la devoraba con la vista. Se sentía bonita, deseada, se sentía mujer. Dani se inclino hacia ella y capturo sus labios con los suyos. Silvia le rodeo los hombros con los brazos pero pronto el se soltó. Lentamente, muy lentamente, empezó a descender por su cuerpo dándole besos, mordiscos suaves y lametazos. Silvia sentía que ardía, necesitaba sentirlo en el centro de su cuerpo, no podía esperar más.

Llego a su ombligo y con los dientes tiro suavemente del colgante que encontró ahí.

- Así que este es tu escondite secreto…

Tenía la voz ronca

- Veamos que más secretos escondes por aquí.

Siguió besando y mordiendo, hasta llegar al borde de sus braguitas. Silvia sonrió, pensando en la sorpresa que se encontraría ahí. Con los dientes comenzó a quitárselos, pero cuando las había bajado solo un poco, paro y miro fijamente lo que las braguitas habían estado tapando. Estaba completamente rasurada y justo en la esquina tenía un pequeño tatuaje. Un tatuaje de Campanilla.

Ninguno de los dos se movió, hasta que Silvia se impaciento y se retorció, inquieta.

- ¡Dani!
- ¿Cuando?

Silvia soltó un gruñido de frustración.

- Cuando, ¿qué?
- ¿Cuándo te lo hiciste?
- El día después.
- ¿El día después de que?
- Por Dios Dani, ¿podemos hablar de esto más tarde? Estoy ardiendo. ¡Te necesito!

Lentamente, paso su lengua por el tatuaje, una y otra vez. No era precisamente el sitio donde Silvia lo necesitaba, pero estaba lo bastante cerca, y le estaba causando escalofríos por todo el cuerpo.

La volvió loca con la lengua, llevándola al borde del abismo una y otra vez, mientras que con las manos exploraba cada curva de su cuerpo, preparándola para él. Cuando por fin llegó el momento, Dani se topó con la barrera que confirmaba su virginidad, quedándose paralizado en el momento.

- Dani, no te pares ahora.

Silvia estaba preciosa debajo de él, sonrojada y excitada. Pero lo había engañado, le había hecho pensar que tenía experiencia, que era una mujer sensual y experimentada. Nada de eso era verdad. Su cuerpo le decía la verdad, Silvia era virgen. Y aunque Dani intento separarse de ella y parar, cuando la volvió a mirar soltó un gruñido y le hizo el amor como siempre había deseado.

lunes, 24 de junio de 2013

Un amor inolvidable - Capítulo 12


No sabía cuánto tiempo había pasado desde que se sentó en este banco. Ya no le quedaban lágrimas y tenía el cuerpo insensible del frio que hacía. Había anochecido hacia ya un buen rato, pero todo le daba igual, no tenía fuerzas para volver al hotel. Aunque debía hacerlo, tenía que llamar a su madre, y luego pedir un vuelo de vuelta, no podía quedarse aquí, sabiendo que Daniel estaba con otra y que ella no le importaba. Se volvería loca si se quedaba.

Lentamente se levanto del banco y comenzó andar hacia el hotel, que gracias a Dios quedaba cerca. No creía que las piernas la sostuvieran más tiempo. Cuando entro en su habitación, no estaba segura de que iba hacer primero, ducharse, llamar a su madre, o reservar un vuelo. Solo tenía ganas de meterse en la cama, acurrucarse con las mantas y olvidarse del mundo, pero como sabía que no podría dormir aunque quisiera, y vio su horrible imagen en el espejo decidió darse una ducha.

 

En la ducha perdió el tiempo, necesitaba olvidarse de todo y sentirse mujer. Necesitaba sentirse como antes, cuando salió del hotel. Se puso otro de los conjuntos de lencería que se había comprado, debajo de la bata, no tenía ganas, ni fuerzas de vestirse, ni siquiera de ponerse el pijama de seda, que también se había comprado para la ocasión.

Era casi medianoche, pero decidió llamar a su madre. Necesitaba su apoyo ahora más que nunca, ya que le iba a contar la tontería que había hecho. Saco su móvil del bolso, y para su sorpresa estaba apagado - después de salir del avión, nunca lo volví a encender - una pequeña llamarada de esperanza le recorrió el cuerpo. - Quizás, después de todo… -. Lo más rápido que pudo encendió el teléfono, y después de unos segundos empezaron a entrar los mensajes diciendo que tenía una llamada perdida. Silvia miro el teléfono, ¡27 llamadas perdidas! Cinco de esas llamadas eran de su madre, las otras 22 eran de Daniel.

 

Decidió hablar primero con su madre, estaba demasiado nerviosa para hablar con Dani.

- Silvia hija, ¿dónde te has metido? Llevamos llamándote todo el día.
- Si ya, acabo de verlo. Tenía el teléfono apagado.
- ¿Has hablado con Daniel?

Silvia respiro hondo

- Pues no, ¿porque?
- Pues cariño, porque estuvo aquí, y cuando vio que no estabas...
- ¿Cómo que estuvo allí?
- Si, vino por tu cumple. Pensaba que celebraríamos una fiesta y quería darte una sorpresa... Hija, ¿qué te pasa?

Silvia no pudo aguantar más, estaba llorando.

- Pensé que se había olvidado de mí. Estoy aquí en Barcelona, he venido a verle y pensé que se había olvidado de mí.
- Ay cariño, Daniel no se ha olvidado de ti nunca. Todos los años nos ha llamado siempre el día antes de tu cumpleaños, para saber cómo sería la fiesta y que os íbamos a regalar. Y siempre decía que te felicitáramos por su parte, aunque luego siempre se arrepentía y decía que no te dijéramos nada.

Silvia no podía hablar, estaba sorprendida. Jamás pensó que sus padres pudieran ocultar algo así.

- Anda, llámalo que va de camino, salió de aquí hace unas 5 horas. En coche. Y está muy preocupado. Me ha llamado 20 veces preguntándome si ya había hablado contigo. Esta al llegar y no sabe dónde buscarte.

Notaba que en la voz de su madre había un tono de diversión, como si supiera que pasaría cuando Dani por fin diera con ella.

- Vale. Si. Eso hare.

 

Silvia quería bailar, quería saltar. ¡Dani había ido a buscarla a Madrid! Y cuando no la había encontrado había ido a buscarla a Barcelona. Silvia estaba segura de que estaba sonriendo como una tonta, pero no lo podía remediar. Si hacía 5 horas que había salido de Madrid, le quedaba poco para llegar. Dudo en llamarlo, ya que estaba conduciendo, pero sabía que el coche tenía el llamado ´manos libres´, y como si no iba a saber dónde encontrarla?

Marco el número de Dani y cuando lo cogió, casi se queda sorda.

- Silvia ¿dónde estás? ¡Llevo todo el día llamándote! ¡Dios mío! ¿Estás bien? ¡Dime donde estas!
- Hola Dani, tranquilízate ¿vale? Estoy bien, estoy en el Hotel Barceló, aquí, cerca de tu casa. ¿Sabes dónde es?

Silvia sonrió, Daniel estaba fuera de sí. Desde los 8 años, cuando le había puesto el mote de Campanilla, nunca, jamás, la había llamado por su nombre. Y ahora no paraba de decirlo.

- Silvia por Dios, quédate donde estas, ¡en 30 minutos estoy allí!
- Dani, no corras ¿vale? Estaré aquí aunque tardes una semana en llegar.

Oyó como él dejaba escapar el aire lentamente.

- Vale, entonces en menos de una hora estoy allí. Ni se te ocurra moverte, ¡me oyes!
- Aquí estaré, te lo juro.
- Vale. Hasta ahora Campanilla. Me…me alegro que estés bien.

Silencio.

- Ah y ¿Campanilla?
- Dime Dani.
- Feliz cumpleaños.
- Gracias.

Un segundo después, sonó el clic del teléfono. Silvia estaba eufórica, quería saltar, gritar, reír histéricamente. Pero se tumbo en la cama intentando que las lágrimas no la inundaran otra vez. 5 minutos, me quedo aquí 5 minutos y me arreglo, pensó, mientras sentía en los parpados el cansancio de todo el día, y los cerraba lentamente.

 

40 minutos después, unos golpes sordos la despertaron. Silvia se incorporo de golpe.

- Silvia, maldita sea abre la puerta antes de que la tire abajo.

Vaya, se había quedado dormida, ¡y Dani ya estaba aquí! Corrió hacia la puerta y ahí estaba Dani, su Dani, con cara de muy pocos amigos.

- ¿Dónde estabas? ¿Porque no abrías? ¿Estás bien?
- Estoy bien Dani. Solo me había quedado dormida.

Se miraron durante un buen rato, hasta que por fin Daniel entro y la abrazo, apretándola contra su cuerpo y cerrando la puerta con el pie.

- Por Dios. ¡No me vuelvas a hacer esto nunca más Silvia por favor!

Le dio un beso, que apenas le rozo los labios para volver a apretarla contra su cuerpo.

Silvia simplemente se dejo abrazar. La bata que llevaba era de seda y muy fina, por lo que podía notar el cuerpo de Dani contra el suyo, duro y musculoso, que parecía moldeado para que ella encajara perfectamente. Apoyo la mejilla en su pecho mientras él seguía regañándola suavemente. De repente cogió su barbilla y giro su cara hacia él, mirándola con preocupación.

- Has estado llorando.

Era un comentario, no una pregunta. Silvia no lo afirmo, simplemente lo siguió mirando, deseando que la besara de una vez. Cuando él no se movió, ella ladeo la cabeza y acercándose lentamente, rozo sus labios con los de él. Comenzó siendo un beso tímido, lento, hasta que saco la lengua y recorrió los labios carnosos de Dani con ella. Él soltó un gruñido antes de apretarla aun más contra sí y devorarle la boca. Silvia podía sentir lo duro que estaba, apretado contra ella.

 

Sus labios se movían con precisión, mordiendo, lamiendo, chupando. Silvia apenas podía respirar y se agarraba fuertemente a las solapas de su abrigo. Daniel seguía rodeando su cintura con un brazo y movía suavemente las caderas, pero con la otra mano le estaba acariciando el pelo, la cara y suavemente seguía descendiendo por su cuello. Sus labios se desplazaron y comenzó a depositar pequeños besos por toda su cara. No dejo ni un trocito de piel sin besar, mientras su mano seguía bajando hasta llegar a la curva de un pecho. Y ahí se quedo.

Con su pulgar, trazaba pequeños círculos en su piel, pero no se acercaba ni remotamente a donde Silvia necesitaba sentirlo.
 

- ¿Daniel?

Su voz era suplicante, jamás lo había llamado por su nombre completo. No podía ni pensar, el calor que desprendía el cuerpo de Dani la volvía loca. Quería quitarse la bata y que él se quitara la ropa.

- ¿Mmm…?
- ¡Dani!
- Dime, ¿qué quieres Campanilla?
- Quiero… tócame.

La estaba volviendo loca, y si no la tocaba pronto, gritaría. Necesitaba sentirlo, completamente.

- Pero si ya te estoy tocando. Aquí…

Le dio un beso en la mejilla.

- Y aquí…

Un beso en la oreja.

- También aquí…

Un beso más en el cuello.

- ¡Dani!

Silvia le dio un pequeño empujón en el hombro. La risa suave de Dani le llenaba los sentidos

- ¿Dónde quieres que te toque preciosa?
 
La cabeza de Silvia daba vueltas, no se podía creer que estuviera aquí con Daniel. ¿Y si solo era un sueño? Daniel le mordió suavemente el hueco entre el cuello y el hombro. No, imposible. Era demasiado real para ser un sueño.

domingo, 23 de junio de 2013

Un amor inolvidable - Capítulo 11


Silvia termino de llenar la pequeña bolsa de viaje que pensaba llevarse a Barcelona. Dentro de dos días seria su cumpleaños y había reservado el vuelo el día que decidió seducir a Dani. Le había mandado flores y regalos todos los meses, y habían mantenido el contacto por correo electrónico, incluso habían hablado por teléfono algunas veces estas últimas semanas.

No le había dicho nada a nadie de su viaje, ni a Daniel, ni a sus padres. Quería sorprenderle, y aunque pensó por un momento que quizás el pudiera tener planes para ese día, como una cita o algo parecido, estaba tan ilusionada con la idea de volver a verlo, que nada le importaba. Había pedido una semana de vacaciones, y si Dani la rechazaba, bueno, pues siempre podría visitar la cuidad.

Había sido difícil convencer a su madre de que no le organizara una fiesta

- Mama, me voy de vacaciones unos días vale, quiero estar sola.
- Pero hija, vas a cumplir 24, eso tenemos que celebrarlo.
- Por favor entiéndeme, necesito estar sola.
- ¿Esto tiene algo que ver con Daniel?
- ¿Qué? No, ¡claro que no!

Su madre le había mirado incrédula, pero había aceptado su decisión. No le había dicho que iba a Barcelona y cuando su madre le pregunto, simplemente le dijo que iba a la costa, sin especificar.

Cuando por fin llego el día, estaba montada en el avión y jamás había estado tan nerviosa. No era precisamente que le tenía miedo a volar, más bien tenía miedo de la reacción que tendría Dani al verla. Había reservado un hotel muy cerca de su casa, aunque esperaba no tener que dormir allí.

Esperaba que Dani la recibiera con los brazos abiertos, que le hiciera el amor y que la dejara quedarse con él durante toda la semana. Todavía estaba pensando en eso cuando el avión aterrizó un rato después.  Silvia cogió un taxi y fue al hotel primero, tenía que ducharse y cambiarse antes de presentarse en casa de Dani. Se había comprado lencería para esta ocasión, necesitaba sentirse guapa y sexy para tener la seguridad de poder seducir a Dani. El conjunto era de encaje negro y le cubría lo justo. Silvia se sentía femenina y poderosa sabiendo que lo llevaba puesto debajo de su vestido. El vestido también era de color negro, y le moldeaba todas las curvas, le marcaba el trasero, y le hacia un escote de vértigo. El conjunto lo terminaban unos tacones peep-toe de charol, con bolso a juego y un colgante y pendientes que sus padres le habían regalado por su cumpleaños el año anterior. Su colgante de campanilla lo llevaba colgado del piercing, con la esperanza de que Dani le preguntara por él. Volvió a mirarse al espejo una vez más antes de salir de su habitación en busca de su mejor amigo.

Daniel estaba sonriendo, el vuelo había ido bien, había ido a su casa para cambiarse, y ahora iba de camino a casa de los padres de Silvia. Intuía que ella estaría allí, ya que sus padres todos los años le organizaban una fiesta. Aunque siempre lo habían invitado, el nunca había ido. Y este año que nadie le había invitado, se presentaba por sorpresa. Sonrió para sí, no podía esperar a ver la reacción de Silvia al verle o al ver su regalo. Sabía que era una locura, pero necesitaba verla. Su mantra estaba cayendo en el olvido rápidamente, y aunque sabía que volvería a sufrir, no lo podía remediar.

Aparco el coche cerca de la casa y escucho – todo estaba muy silencioso. No parecía que estuvieran celebrando una fiesta. Frunció el ceño, ¿estarían en casa de Silvia, en vez de aquí? Pero porque harían eso, ¿si siempre se había celebrado aquí?

Aquí pasaba algo, y Daniel no sabía que era, así que cogió el regalo de Silvia en brazos y llamo a la puerta para averiguar qué era lo que estaba pasando.

- Daniel, hijo, ¡que sorpresa!

Marta abrió la puerta y le dejo pasar, mirando con curiosidad al pequeño cachorro que Daniel llevaba en brazos. Daniel le dio dos besos, y miro a su alrededor.

- Hola Marta, ehh… ¿me estoy perdiendo algo?
- No cariño, ¿porque lo dices?

Daniel entrecerró los ojos.

- Hoy es el cumpleaños de Silvia, ¿porque no hay fiesta? ¿Porque no está ella? ¿Qué ha pasado Marta?

Marta rio.

- Nada cariño, no pasa nada. Silvia está de vacaciones. Decía que este año necesitaba estar sola.

Lo miro preocupada.

- Aunque sinceramente, pensamos que estaría contigo y no nos quería contar nada.
- ¿Qué? Marta, como ya ves Silvia no está conmigo.

Saco su móvil del bolsillo, y marco el número de Silvia.

- Está apagado. ¡Mierda!

Se paseo por el pasillo pensando en que hacer. Si Silvia había ido a Barcelona como pensaba su madre, estaría allí sola, pero si había ido a otro sitio, quizás de verdad quería estar sola. Aunque le extrañaba que no le hubiese dicho nada, si así fuera.

- Voy a buscarla.
- Pero hijo, ¿a dónde vas a ir?
- Primero iré a Barcelona, y si no está allí, pues ya lo pensare. Mientras tanto, sigue llamándola y cuando des con ella le preguntas donde está y le dices que se quede allí. Luego me llamas a mí y me dices donde esta ¿vale?
- Daniel, tranquilízate, ella estará bien. ¿Cómo vas a ir a Barcelona a estas horas? Tienes que estar cansado. Descansa un poco.

Daniel miro el reloj y cerró los ojos. En avión ya no le daba tiempo, el último vuelo salía dentro de media hora. Tendría que conducir.

- Me voy en coche, llegare en unas horas. ¿Te puedes quedar con el perro y cuidarlo hasta que se lo pueda dar a Silvia?
- Si por supuesto pero Daniel, ¿porque no te quedas esta noche y ya mañana vuelves en avión?
- No puedo Marta, necesito encontrarla.

Marta le sonrió con comprensión.

- Vale, pues deja te prepare un termo con café y algo de comer para el viaje.


Silvia estaba anonadada. Daniel no estaba. Había ido a su apartamento y el portero le había comentado que Daniel había salido y que no volvería en unos días. Se sentó en un banco en un parque que había cerca. No se lo podía creer, había hecho el viaje para nada. ¡Que tonta era! ¡¿Cómo se le ocurría pensar que Daniel todavía podía sentir algo por ella?! Seguramente se habría ido con alguna mujer a divertirse por ahí, y se había olvidado de ella completamente. ¿Porque si no, no había recibido ni una llamada, ni un mensaje? Sintió como las lágrimas empezaban a brotar y no podía hacer nada para detenerlas. Seguro que le estaban estropeando el maquillaje, aunque en estos momentos le importaba más bien poco. Necesitaba hablar con su madre, pero sentía tanto dolor que estaba segura que no le saldría la voz. Silvia pensó en lo bien que había estado con Daniel estos últimos meses, y aunque él no sabía que ella vendría, se prometió que jamás le perdonaría que no la hubiera llamado. Jamás.