sábado, 15 de junio de 2013

Un amor inolvidable - Capítulo 7


6 años antes… 

Justo después de su 18 cumpleaños, sus padres se fueron de vacaciones juntos. Al fin y al cabo, ella ya era mayor de edad para poder quedarse en casa, y además, tenía a Daniel para echarle un vistazo. Silvia estaba contenta de poder demostrarles a sus padres que ya era una adulta responsable, aunque quedarse a solas con Dani la ponía nerviosa.

Últimamente lo estaba viendo de otra manera, menos como un amigo, y más como a un hombre. Ese cambio de actitud hacia él le daba mucho miedo – no quería perder a su mejor amigo. Él lo sabía todo de ella, y ella de él. Sabía que había estado con otras chicas, por mucho que ella le gustara. Según su padre porque - eso es lo que hacían los chicos de su edad – es algo natural - . Eso la molestaba pero, sabía que él estaba esperando a que ella fuera mayor de edad, y ahora que ya había llegado ese momento, no sabía muy bien qué hacer. Durante los primeros días, todo estaba tranquilo y se trataban casi como antes, solo una buena amiga. Dani no la había agobiado ni una sola vez diciéndole lo bonita que estaba, o lo graciosa que era. Parecía que intuía que eso podría asustarla. 

Unos días más tarde Silvia se asomó a la ventana. A esta hora Dani estaría nadando como de costumbre, antes de desayunar. Tenía un cuerpo bonito aunque algo delgado, y aunque Silvia se sonrojara al mirarle, no lo podía remediar.

Bajo a preparar el desayuno, mientras esperaba a que Dani terminara de nadar, para poder nadar ella. No se atrevía a salir a fuera porque seguramente se quedaría embobada mirándolo.

- ¡Campanilla! 

¿Porque la estaba llamando Dani? ¿No esperaría que ella saliera afuera verdad?

- Campanilla, ¡sal y báñate conmigo!

Daniel sabía que ella llevaba un bikini debajo del vestido, ya que en cuanto terminaba él, ella se tiraba a nadar un poco antes de ir a las clases. Claro que como era verano, podía quedarse todo el tiempo que quisiera, pero ni por un segundo se le ocurriría meterse en la piscina con Dani – podría ver que llevaba el colgante en el piercing!

Cogió un zumo de naranja, y se asomo a la terraza desde donde se accedía a la piscina. Dani estaba en el borde, esperándola.

- Venga Campanilla, deja ese zumo y métete en la piscina, el agua esta buenísima

Le echo un poco de agua, salpicándola.

- Dani, ¡deja eso! Ya cuando tú salgas, me baño yo. Como siempre.

Daniel se echo hacia atrás y empezó a flotar en el agua.

- Pues te vas a esperar un buen rato, porque aquí se está muy bien.

Ella hizo una mueca y cerró los ojos.

- Venga ya Campanilla, ¿porque no quieres bañarte conmigo? ¿Es que me tienes miedo?

Su sonrisa era burlona y sus ojos brillaban traviesos. Silvia se mordió el labio.

- No se…

Daniel se impulso sobre los brazos para salir de la piscina, estaba increíble con el agua resbalando por su cuerpo bronceado. A Silvia se le estaba secando la garganta, y que él se le acercara tanto, no ayudaba mucho.

- Venga Campanilla.

Dani estaba tan cerca que podía sentir su aliento en la cara.

- Báñate conmigo –

Ahora estaba susurrando, mientras se acercaba aun mas a ella. Tenía los labios tan cerca de los suyos, que ella los entreabrió sin pensar, deseando saborear esos labios, que estaba segura sabrían a menta. Sin embargo cuando estaba convencida de que la iba a besar, ella se echó para atrás y se alejo de él para quitarse el vestido y tirarse rápidamente a la piscina.

Dios, el agua fría sentía tan bien contra su piel caliente.

Que vergüenza - no se atrevía ni a mirarlo. Había estado a punto de besar a su mejor amigo.

Podía oír a Dani riéndose suavemente. Seguro que le hacía gracia asustar a la chica sin experiencia.

Sintió como él se volvía a tirar al agua y emergió justo a su lado, con esa sonrisa burlona.

-¿Ves como el agua esta buenísima?

Ella no pudo más que reír tímidamente, antes de tomarse la revancha, salpicándole con agua. Sabía que él le ganaría, después de todo el era más grande y más fuerte. Pero tenía que intentarlo.

Siguieron jugando hasta que Dani le rozo la barriga con la mano.

- Eh, ¿qué te has puesto en el piercing?
- ¡Mierda! - Nada, es una tontería.
- Enséñamelo
- ¿Que dices?, ¡No, ni de coña!
- ¿Porque no?
- Porque no quiero Dani, por eso.

La miro intensamente durante un instante, antes de levantar los hombros.

– Pues vale.

Seguidamente se dio la vuelta y salió de la piscina.

Los días que siguieron, los dos estaban tensos. Aunque los dos intentaban actuar con normalidad, no podían. Cada vez que Dani se acercaba a ella, pegaba un brinco. Cuando se cruzaban en el pasillo, se tropezaban.

Silvia sentía ganas de llorar, se daba cuenta de que ya no había vuelta atrás, había perdido a su amigo. ¿Ahora que podía hacer? Sabía que si le decía a Dani que quería ser su novia, el se volvería loco de contento y sería el mejor novio que ella se pudiera imaginar. ¿Pero cuánto duraría ese noviazgo? ¿Y si después de un tiempo se daban cuenta de que como pareja no eran compatibles? Entonces sí que lo había perdido para siempre, y Silvia no estaba dispuesta a dejar que eso ocurriera.

Uno de los últimos días que les quedaban juntos antes de que llegaran sus padres, estaban los dos en la cocina, preparando algo de cenar. Los dos estaban callados, cada uno pensando en sus cosas, por lo que el silencio resultaba ensordecedor.

Dani se estaba encargando de la carne a la plancha, mientras que ella estaba terminando de cortar el tomate para la ensalada.

- ¡Au!
- ¿Qué pasa?

Dani la agarro, para asegurarse de que se encontraba bien

- Ay, nada, que me he cortado.
- Enséñamelo

Silvia levanto el dedo pulgar para enseñarle el pequeño corte que se había hecho. Dani soltó una risita.

- Pero si no es nada Campanilla.
- Hmm… Ya. Pero duele.
- Yo te quitare el dolor.

Dani cogió un poco de agua y con una servilleta se aseguro de limpiarle la poca sangre que tenía en el dedo.

- Gracias.

De la garganta de Silvia no salía más que un susurro. Tenerlo tan cerca la estaba mareando, olía tan bien que solo se quería recostar contra su pecho y quedarse ahí acurrucada mientras ese olor le penetraba los sentidos. Tenía que soltarse antes de que cediera a esos impulsos. Intento soltarse pero Dani no la dejaba. Empezó a darle pequeños besos, mientras la miraba fijamente y veía como ella se ponía como un tomate.

- No hagas eso.

La voz de Silvia temblaba al hablar.

- ¿Porque no, Campanilla?

La voz de Dani era grave, y tuvo que aclararse la garganta antes de seguir hablando.

- ¿Es que te molesta que te bese?
- No. Si. N… no lo sé…

Dani dejo de besarle la mano, y se acerco aun más a ella. Sus pechos rozaban el suyo y estaba segura de que el podría notar el frenético latir de su corazón.

- ¿Porque no te gusta que te bese, Campanilla? Si nunca lo has probado, ¿cómo lo sabes?
- No lo hagas Dani, por favor.

Ya tenía los labios casi rozando los suyos.

- ¿Estas segura Campanilla? Solo uno, para probar…

Silvia se rindió y asintió levemente, en el mismo instante en el que los labios carnosos de Dani estaban aplastando los suyos. Sabía a menta, justo como había pensado, y ese sabor se estaba convirtiendo rápidamente en su sabor favorito. Todo pensamiento salió de su mente cuando Dani le entreabrió la boca suavemente para explorarla con su lengua. Silvia sentía como si sus huesos se estuvieran convirtiendo en gelatina, y aunque se estaba agarrando a la camiseta de Daniel, daba gracias de que él la rodeara con sus fuertes brazos.

Suavemente Daniel estaba trazando círculos en su cuerpo con las manos, y una de ellas encontró el camino debajo de su camiseta de tirantes. Cuando comenzó a rozarle la curva de un pecho, el miedo la paralizo. ¡NO, NO, NO! ¡Es tu amigo! ¡Los amigos no hacen esto!

Lo empujo para alejarlo de ella y antes de pensarlo mejor, la palma de su mano conecto con la cara sorprendida de Daniel. Salió corriendo hacia su habitación mientas dejaba atrás a un Dani confuso y frustrado.

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