miércoles, 31 de julio de 2013

Un amor inolvidable - Capítulo 35


En el avión de camino a casa hablaron más de lo que habían hablado en todo lo que llevaban de matrimonio. Hablaron de todo y de nada, como en los viejos tiempos. No había timidez ni miedo a preguntar o a ofender. Volvían a ser amigos además de marido y mujer, y aunque Silvia quería ese poquito más de él, podría esperar. Dani carraspeo, parecía incomodo, hecho que indicaba que le iba hacer una pregunta intima.

- Campanilla, ¿puedo preguntarte algo?

Silvia sonrió, lo conocía demasiado bien.

- Claro.

Carraspeo de nuevo.

- Tu… Cuando tu... ¿Por qué esperaste?
- ¿Por qué espere el que?
- Ya sabes… para estar conmigo.
- Tenías que ser tú. No había otra opción.
- Ah. ¿Pero porque? Después de…
- Era una cría Dani, ya te lo dije. No sabía cómo manejar lo que me hacías sentir, así que la pague contigo. Si espere fue porque para mí jamás hubo nadie que me hiciera sentir lo que tú.
- ¿Y el tatuaje?

Silvia volvió a sonreír, sabía que la curiosidad lo estaba matando desde que lo vio por primera vez.

- Al día siguiente de mi pequeño… ataque de histeria, pensé que te había perdido. Pensé que jamás te volvería a ver. Necesitaba algo permanente que me recordara a ti. Marcar mi piel con tu nombre me pareció lo más lógico, ya que te tendría siempre conmigo. 

Dani la beso, le daba igual que estuvieran en un avión y que otros pasajeros los pudieran ver. Esta era su mujer y tenía que dejarlo claro. Que llevara su nombre marcado en la piel, y más en un sitio tan íntimo, lo llenaba de orgullo. Llevaba su nombre marcado desde hacía años. Si lo hubiese sabido antes, durante todos esos años que había estado solo en Barcelona… Pero eso ya quedaba en el pasado. Ahora ya era suya y eso era lo que contaba. La miro y le soltó el collar, sacándole el anillo que llevaba ahí. Volvió a ponérselo sin el anillo. Sin una palabra ella le ofreció la mano para que él le pudiera volver a poner en anillo. No le soltó la mano y le dio pequeños besos, haciéndole cosquillas. La pequeña caja que llevaba en el bolsillo le quemaba, pero este no era ni el lugar ni el momento, para darle lo que había comprado hacía ya unos años. Tendría que esperar.

- Campanilla, creo que esta vez me toca a mí pedirte perdón.

Silvia lo miro extrañada.

- ¿Por qué?
- Te acuse de engañarme y ahora me doy cuenta de que no fue así.
- Me alegro de que te hayas dado cuenta. Y claro que te perdono. 

Jugueteó con el colgante, ya que estaban siendo sinceros y hablando de verdad, no debería callarse lo que tenía dentro, pero tenía miedo a la respuesta que Dani pudiera darle.

- Habla Campanilla. ¿Qué te pasa?
- Bueno, te quería pedir algo.
- Lo que sea.

Ahora le tocaba el turno a ella de carraspear.

- Silvia, lo que sea, pídemelo.
- Bueno, me gustaría, si puede ser ahora que estamos bien, si no te importa…
- ¿El qué? Habla.
- Quiero que dejes a esa mujer.

No se atrevía a mirarlo.

- ¿Qué mujer Silvia? No sé de qué me estás hablando.
- Venga ya Dani. La mujer esa de Barcelona. Gisela.
- ¿Gisela? ¿Qué tiene que ver ella en todo esto?

Silvia soltó un bufido.

- Dani sé que es tu amante ¿vale? Quedo claro cuando estuvimos allí juntos y aun más cuando no me dejaste ir contigo esa última vez.
- Silvia mírame. 

Silvia no se movió y Dani le cogió suavemente la barbilla y giro su cara hacia él para darle un suave beso en los labios. Pero seguía sin levantar la vista hacia él.

- Nunca he estado con esa mujer. Jamás.

Eso hizo que Silvia lo mirara, esperanzada.

- ¿De verdad?
- De verdad.
- ¿Y cuándo fuiste a Barcelona solo?
- Ni siquiera la vi. Le deje muy claro en la fiesta que tú eras la única para mí y ella sabe que aunque eso no fuera cierto, tampoco estaría con ella. No es precisamente mi tipo de mujer.

Silvia suspiro aliviada. Dani le dio un beso que le dejo claro que ella si era su tipo de mujer. La única para él.

- Anda, abróchate el cinturón, ya estamos llegando y a punto de aterrizar.

Fueron directos a casa, Silvia estaba cansada y quería descansar y disfrutar de Dani unos días antes de ver a sus padres y darles la noticia. En la casa todo parecía igual, menos en su habitación. Sus cosas estaban metidas en cajas y el baúl estaba en mitad de la habitación, con todas las cosas que guardaba, desperdigadas por el suelo. Dani se acercó a ella y la rodeo con los brazos por detrás, apoyando las manos sobre el pequeño bulto de su vientre.

- Me encargare de ordenarlo todo Campanilla, y dejarlo todo como estaba.
- No.
- ¿No?
- No. No necesito una habitación con mis cosas, puedo mezclarlo todo con tus cosas. – Se dio la vuelta en sus brazos – y ya no tengo que esconder el baúl, le tengo que buscar un sitio a nuestros recuerdos. Además, ya que esta habitación está al lado de la nuestra, creo que va a ser la habitación perfecta para nuestro peque.
- Solo prométeme una cosa.
- Lo que me pidas.
- Que no lo llamemos Peter. Ni Pan. Ni Garf… ¡au!
Silvia de dio un empujón.
- Que tonto. Todavía no sabemos si es niño o niña. Pero si fuera niño, me gustaría Marco, como su abuelo. Y si es niña Lucia, como su abuela. 

Dani la beso, emocionado. Silvia no paraba de sorprenderle con esos pequeños detalles, que pensara en los nombres de sus padres para su hijo era todo un orgullo. 
- Eso me gusta. ¿Y qué te parece si Charles y Miguel son los padrinos? No sería lo habitual pero...

Lo miro sorprendida

- ¿Harías eso por mí?
- Campanilla, haría lo que fuera por ti. Deberías de saberlo.
- Gracias - le dio un beso. – Pero creo que mis padres nos matan si hacemos eso.
- Vale, pues tus padres son los padrinos, y le ponemos el nombre de uno de los míos. ¿De acuerdo?
- De acuerdo.
 
Dani le dio un suave beso en la frente.
 
- Te quiero.
 
El susurro de Silvia era tan bajo que no estaba seguro de haberlo escuchado. Tenía los ojos fijados en el suelo y jugueteó con la cremallera de su sudadera. Dani sintió que la garganta se le cerraba y tenía el pecho oprimido. No, Silvia no podía haberle dicho eso. Cerró los ojos, si ahora le decía lo que sentía por ella, seguro que hacia el ridículo, porque ella no le había dicho lo que él pensaba haber oído. Carraspeo y cuando recupero la voz, le pregunto;
- Bueno, ya que mañana tenemos cita con el ginecólogo, ¿qué te parece si visitamos a los abuelos pasado mañana?

lunes, 29 de julio de 2013

Un amor inolvidable - Capítulo 34


Dani separo la cabeza ligeramente para poder mirarla a los ojos. No dijo nada durante un instante.

- Lo criare como si fuera mío.

Silvia se separó de él, empujándolo

- Perdona, ¿qué has dicho?
- Bueno, si Charles quiere formar parte de la vida del niño...
- ¿Y porque iba Charles querer hacer eso?

Dani estaba perdido, ¿porque reaccionaba Silvia así?

- Bueno Campanilla, si el padre es el otro chico, no me importa.
- ¿Pero de que hablas? ¿De verdad crees que he estado con Charles o Miguel?

Dani le miro la barriga, y la esperanza de ser el padre del hijo que Silvia llevaba dentro hacia que le doliera el pecho.

- ¿Silvia?
- Por si no te has dado cuenta, Charles y Miguel son pareja.
- Ah…Pero…
- Yo solo accedí a casarme con él porque sus padres no sabían que era gay y el temía decírselo. Jamás estuvimos juntos de verdad. Yo ya no te tenía a ti, así que no tenía nada que perder casándome con él. Me daba igual.
- Pero tu padre no estaba de acuerdo.
- Exacto.
- Por mí. Porque sabía lo que yo sentía por ti.

Silvia asintió y desvió la mirada.

- Y lo que yo sentía por ti.

Dani la sorprendió besándola apasionadamente. Sin soltarle la cara, la miro, esperanzado.

- ¿Entonces?

La sonrisa radiante de Silvia se lo confirmo.

- Vas a ser papa. 

Dani la abrazo emocionado.

- Un hijo. ¡Vamos a tener un hijo!

La preocupación reemplazo a la alegría.

- ¿Está todo bien? ¿Has ido a un médico? ¿Estás comiendo bien?
- Si Dani, todo está bien.

Alargo el brazo con cuidado.

- ¿Puedo…?

Silvia asintió y le cogió la mano para ponérsela sobre la barriga, donde crecía su hijo. Dani parecía haberse quedado sin palabras, y eso que aún no se notaba mucho del embarazo. Aparte de haber ganado un poco de peso y las ocasionales nauseas, Silvia se sentía igual. Mejor, ahora que Dani estaba a su lado.

- Tenemos que volver a España cuanto antes. ¿Tus padres lo saben?
- No se lo he dicho aun.
- Lo haremos juntos.

Le dio un beso lento y suave antes de mirarla con preocupación.

- No podemos volver en avión.
- Si podemos.
- ¿Estás segura?
- Si claro.
- Pues prepara la maleta Campanilla, que volvemos a casa.

Silvia dejo a los chicos entrar y les confirmo que se iba con Dani. Parecían apenados, pero lo entendían. Subió a su habitación después de rechazar la ayuda de los tres hombres para hacer la maleta. Todavía no se podía creer que Dani hubiese venido a buscarla. Si lo hubiese sabido le hubiese enseñado las cosas que guardaba, mucho antes. Sonrió, ahora todo iba a salir bien. Su hijo tendría a su padre y ella tendría a su Dani por fin, después de todos estos años. Jamás pensó que la noche en la que intento seducirle para que no fuera a Barcelona, fuera a darle el regalo de llevar dentro al hijo de Dani. Pero así era. Podía oír a los hombres hablando, parecía que Charles le estaba contando su historia a Dani, contándole porque se habían prometido. Termino la maleta y se sentó en la cama, tendría que llamar a Dani para bajarla ya que pesaba demasiado para ella. Se sentía bien, estaba feliz pero había un pequeño detalle que la preocupaba, porque, aunque Dani la había ido a buscar y le había dicho que la necesitaba, todavía no le había dicho lo que Silvia necesitaba oír. No le había dicho que la quería.

domingo, 28 de julio de 2013

Un amor inolvidable - Capítulo 33


Silvia escuchaba voces apagadas pero no podía distinguir nada. Se volvió a concentrar en el libro que tenía delante, pero cuando la puerta se abrió, este cayó al suelo. Su primer impulso era tirarse al cuello del extraño que acababa de entrar, se parecía tanto a Dani que podría pasar por su hermano, aunque mucho más delgado. Chales y Miguel la observaban sonriendo. No puede ser

- Hola Campanilla.

Silvia comenzó con un pequeño sollozo antes de ponerse a llorar en serio. Dani se asustó y miro a Charles que le dio un pequeño empujo en dirección a Silvia. Se sentó a su lado y no pudo más que abrazarla con fuerza, hecho que causo otro mar de lágrimas. Dani no sabía si lloraba de alegría o de pena, por lo que la mantuvo en sus brazos hasta que el llanto ceso.

Silvia no podía más, llevaba 2 meses sin ver al amor de su vida, pensando que jamás lo volvería a ver, y ahora estaba aquí, abrazándola. Tenía las hormonas revolucionadas y su cuerpo reacciono al contacto. Se separó un poco de él, avergonzada.

- ¿Qué haces aquí Dani?

Dani no dijo nada. Solo saco el sobre con los papeles del divorcio, y se lo entrego.

- ¿Por esto has venido? Se lo podías haber dejado a mi madre.

Silvia se levantó, dolida. Sentía ganas de llorar un poquito más, pero Dani ya la había visto débil y quería mostrarse fuerte. Dani la miro intensamente, pero seguía sin decir nada. Charles y Miguel parecían haberse esfumado, dejándolos a solas. Y por la manera en la que Dani la miraba parecía que sabía lo que ella trataba de esconder con la ropa suelta que llevaba. Se trató de recolocar la sudadera que llevaba mientras Dani sacaba algo de una pequeña bolsa que llevaba consigo. Cuando Silvia vio lo que llevaba empezó a llorar otra vez. Dani había encontrado su baúl.

Dani espero a que Silvia reaccionara al ver la pequeña figura de campanilla, pero solo lloraba e intentaba taparse la barriga. Había cogido algo de peso y estaba preciosa, pero no sabía cómo hablarle sin hacerla llorar aún más.

- ¿Campanilla?
- ¿Por qué has venido, Dani?

Se levantó y se acercó a ella lentamente, y aunque parecía asustada, no lo rechazo cuando puso sus brazos a su alrededor.

- Te necesito.

Silvia lo miro sorprendida

- ¿Qué?
- Campanilla, te necesito en mi vida. Sin ti no sé quién soy, no sé qué hacer. Estos 2 meses separados han sido peor que los 6 años que estuve sin ti.

Cerró los ojos fuertemente y suspiro.

- Si me dices que no sientes nada por mí o qué prefieres estar con Charles, me voy ahora mismo, lo prometo. Los papeles están firmados así que puedes deshacerte de mí si quieres. Pero si sientes algo, por muy poco que sea, pienso luchar por tenerte a mi lado.

Silvia sonrió incrédula.

- Has abierto mi baúl.
- Si, eso he hecho.
- Has invadido mi intimidad.
- Si, me temo que sí.
- ¿Que más has encontrado?

Dani abrió los ojos y la miro.

- Nos encontré a nosotros. Encontré nuestro pasado en común. Creo… no. Espero que tú hayas sentido lo mismo que yo sentía, y que puedas volver a sentirlo. Aunque sea un poco. 

Silvia estaba mareada, pero esta vez era culpa de Dani. El tenerlo tan cerca después de tanto tiempo y oírlo decir todas esas cosas tan maravillosas hacían que sintiera temblorosa y aturdida, pero de una manera deliciosamente buena.

- ¿Dani?
- Dime Campanilla.
- No prefiero estar con Charles.
- Me alegro.
- Pero tengo que confesarte algo.

Dani apoyo su frente en la de ella y se preparó para lo que le iba a decir Silvia. Le dolía que hubiese vuelto con su ex pero aceptaría lo que fuera con tal de tenerla a su lado de nuevo.

- Dime.
- Estoy embarazada.

sábado, 27 de julio de 2013

Un amor inolvidable - Capítulo 32


Silvia estaba nerviosa, Charles no paraba de andar de un lado a otro.

- Es una gran responsabilidad para ti sola, Silvia.
- Ya lo sé, no pasa nada. Soy una chica responsable.
 
La miro con desaprobación.

- Deberías volver con tu marido.
- No me quiere, así que esta no es una opción. Estaré bien.

Charles suspiro.

- Sabes que te puedes quedar conmigo y Miguel todo el tiempo que quieras, pero deberías pensar en volver.
- No voy a volver con Dani, Charles, así que déjalo ya ¿vale?
- No estoy hablando solo de Dani. Estoy hablando de tus padres.
 
Silvia cerró los ojos y espero a que pasara la nueva ola de nauseas.

- Charles, sabes tan bien como yo que si mis padres lo saben, solo es cuestión de tiempo antes de que se lo cuenten. Lo quieren demasiado como para ocultarle algo así. Y no voy a dejar que vuelva conmigo solo por un falso sentido de la responsabilidad o culpabilidad u otra razón que no sea única- y simplemente amor.

Las lágrimas en los ojos de Silvia alertaron a Charles de que las hormonas volvían a aparecer, como siempre que hablaban de Dani. Tendría que llamar el mismo a Marta para averiguar dónde estaba Dani, y avisarlo sobre dónde encontrar a su mujer. 

Qué casualidad pensó Charles, mientras colgaba el teléfono. Dani venía de camino a recuperar a su mujer. Marta lo había llamado para avisarle de que Dani estaba más que dispuesto a reclamar lo que era suyo y que iba de camino a Londres. Ya era hora, Silvia necesitaba a su hombre, aunque se hiciera la fuerte. Quedaba claro que lo echaba de menos y más de una vez la había visto acariciando el colgante y el anillo que llevaba al cuello. Pronto volvería a ser feliz y aunque eso significaba que no podían ser amigos, lo entendería. Pero algo le decía que cuando Dani lo conociera, ya no sería la amenaza que él pensaba, y podría seguir siendo amigo de Silvia e incluso del mismo Dani.

 
Dani se estaba mordiendo las uñas de los nervios que sentía. Tenía miedo de llegar demasiado tarde, Silvia llevaba dos meses en Inglaterra y estaba con su ex prometido. Esperaba que el hecho de seguir estando casada y sus sentimientos por él, la hubiesen frenado de volver con Charles o Carlos o como se llamara. Le costaba respirar y cada momento que pasaba estaba peor. Se aferraba a la pequeña bolsa que llevaba para Silvia como si fuera un salvavidas. Tenía que tener muy mala cara para que la azafata le preguntase a cada momento si se encontraba bien. Cuando por fin aterrizo no perdió el tiempo, cogió un taxi para que lo llevara directamente a la casa del tipo ese, justo en las afueras de Londres.

 
Charles llevaba muy raro desde que había recibido una llamada de teléfono misteriosa, estaba como ansioso y no dejaba de mirar por la ventana, casi como si estuviera esperando visita. Había estado encerrado con Miguel en la cocina, obligándola a quedarse en el sofá guardando reposo. Y Silvia empezaba a mosquearse. Cuando la dejaban sola no podía dejar de pensar en Dani y acariciándose suavemente la barriga deseo que las cosas hubiesen ido de otra manera. Charles salió nuevamente de la cocina, para asomarse a la ventana. Cuando se asomó, pego un salto de excitación.

- Miguel, Darling, ¡ya ha llegado!

Miguel salió corriendo de la cocina para asomarse a la ventana y pego un grito. Silvia estaba a punto de levantarse para ver qué era lo que causaba tal excitación pero no la dejaron.

- Tú sigue descansando que estas en reposo. Solo es el cartero.

Silvia arqueo una ceja, la sonrisa secreta de Miguel le decía que quien estuviera fuera no era precisamente el cartero. Sonó el timbre y los dos hombres salieron a la entrada, señalándola con el dedo para que no se moviera y cerrando la puerta entre la entrada y el salón para que ella no pudiera ver quién era.


Cuando por fin se abrió la puerta Dani estaba preparado para derribar al que se le pusiera por delante, sin embargo la pareja que apareció ante sus ojos, no era para nada lo que había esperado. Dos hombres altos, uno rubio y el otro moreno, vestidos de manera elegante y casi afeminados. Los miro y volvió a mirar la dirección que Marta le había proporcionado. Tenía que estar mal porque ninguno de estos dos hombres podía ser Charles.

- Dani, ¡Darling!
- Ehh... ¿Nos conocemos?
- Tu a mí no, pero yo a ti sí.

Dani lo miro extrañado, y vio que los dos hombres sonreían como bobos y tenían las manos entrelazadas.

- ¿Me podéis decir dónde puedo encontrar a Chales?

El rubio sonrió y extendió la mano.

- Yo soy Charles, Darling. ¿Por fin has venido a por tu mujer?

jueves, 25 de julio de 2013

Un amor inolvidable - Capítulo 31


Dos meses más tarde…

Dani se levantó con resaca, y mientras iba hacia la ducha intento no acordarse de Silvia, fracasando completamente. No sabía nada de ella desde hacía dos meses. Eduardo y Marta no paraban de llamarlo y hasta venían a la casa de visita, pero él no era muy buena compañía desde que Silvia se fue. Hacia su trabajo desde casa, para no tener que ver a nadie. Tenía que dejarla ir, pero el solo pensamiento lo desgarraba por dentro. Se miró al espejo y casi no se reconocía, estaba demacrado, no se acordaba cuando fue la última vez que se afeito y había perdido peso. Lo único que lo mantenía más o menos cuerdo era el pequeño Hook, al que estaba cuidando hasta que Silvia volviese a por él. Estaba tentado de dejárselo a Marta y Eduardo para que ellos lo cuidaran, pero entonces Silvia no tendría ninguna excusa para volver a por él. Si es que eso pasaba algún día. Se miró al espejo una vez más y tomo una decisión.

Firmo los papeles del divorcio a regañadientes, pero decidido a darle a Silvia su libertad. Tal y como decía el dicho, ´Si amas a alguien, déjalo ir, si regresa, es tuyo. Si no regresa, nunca lo fue.´ Deseaba que las cosas fueran distintas y que pudiera decir que Silva volvería y seria suya, pero tenía muy poca esperanza en ello. Temía que Silvia nunca fue suya, las cosas que les habían ocurrido en el pasado parecían demostrarlo. Lo tenían todo en contra.

Como la casa ahora sería suya en cuanto el divorcio fuera oficial, la podría en venta en cuanto pudiera. No quería nada que le recordara a Silvia, así que decidió entrar en la habitación que llevaba cerrada a cal y canto desde que Silvia se fue. Le llevaría los papeles y las cosas de Silvia a Marta incluso al perro, después hablaría con Eduardo y pondría las cosas en marcha para dejarlo todo atrás y comenzar una nueva vida lejos de aquí. Lejos de Silvia.

Entro en la habitación y una punzada de dolor lo atravesó, todavía olía a ella. Pero estaba decidido. Hoy borraría a Silvia de su vida y de su cabeza. Empezó a meter las cosas en cajas, no sabía porque Silvia lo había dejado todo atrás, libros, ropa incluso joyas y perfumes. Lo guardo todo con cuidado y cuando parecía que la habitación estaba vacía, se dio cuenta de que debajo del escritorio había una caja grande. La saco con cuidado y se dio cuenta de que era un baúl.

¿Por qué había dejado esto atrás? Tenía un candado puesto así que tendría que contener algo de valor. La curiosidad lo estaba matando y puesto que Silvia le había dicho que no quería nada de esto, no le molestaría que lo abriera. Le dolería si el contenido fuera como el anillo que encontró de su ex prometido, mas regalos de otros hombres. Pero confiaba en ella, y no creía que ese fuera el contenido de este pequeño tesoro.

Partió el candado con facilidad y el corazón le martilleaba fuertemente en el pecho, inseguro de lo que se encontraría. Abrió el baúl y su corazón se paro durante un instante que se le hizo eterno. Ahí en el baúl que ella tenía escondido, estaba toda su historia en común. Todos los regalos, las flores, y hasta las notas que le había mandado con las flores. Todos sus recuerdos, perfectamente guardados. Me quiere. La verdad lo impacto con tanta fuerza que tenía ganas de llorar. Tenía que encontrarla, tenía que recuperarla antes de que fuera demasiado tarde. Saco algo del baúl para dárselo cuando la viera. Quizás se enfadara con él por abrir algo privado, pero podría soportarlo. Ahora que sabía que lo quería lo suficiente para guardar todas estas cosas, no había nada que lo podría detener. Se sintió tentado de romper el sobre con los papeles del divorcio, pero decidió no hacerlo. Se lo daría a Silvia y se lo dejaría a su elección. Rezo por que le diera otra oportunidad.

- Hijo, ¡qué alegría verte! Te hemos echado de menos.

Marta lo abrazo fuertemente.

- Hola Marta.

Dani no se atrevía a mirarla a los ojos, pero ella le levanto la barbilla, obligándole. Y lo abrazo de nuevo.

- No estés triste hijo. Lo que haya pasado se solucionara.
- Me quiere Marta.
- Claro, eso ya lo sé.
- O al menos me quería. No sé si…
- Te quiere, de eso puedes estar seguro.

Dani suspiro. Sentía ganas de pasarse la mano por el pelo pero en una mano llevaba a Hook y en la otra las cosas que le iba a dar, incluido los papeles del divorcio.

- Vale, pues necesito hablar con ella. ¿Está arriba?

Marta desvió la mirada.

- No hijo, Silvia no está aquí.

Un terrible sentimiento le atravesó de la cabeza a los pies.

- ¿Dónde está, Marta? – La desesperación en su voz era evidente - ¿Marta?
- Esta en Inglaterra.

Levanto la vista y lo miro directamente a los ojos.
 
- Esta con Carlos.

martes, 23 de julio de 2013

Un amor inolvidable - Capítulo 30


La cabeza de Dani daba vueltas, por fin había llegado el momento que tanto había temido.

- No.
- Dani…
- No pienso firmar nada.
- Eso solo va a hacer el proceso más largo y doloroso.

Dani podía ver la determinación en sus ojos. Y cerró los suyos fuertemente.

- Dani ¿no somos felices vale? Ninguno de los dos es feliz, ¡esto no funciona!

Estaba levantando la voz, y Dani también sentía la necesidad de gritar.

- Dime como arreglarlo. Puede funcionar.
- Firma los papeles.
- No.
- ¡Dani!
- ¿Que quieres de mí, Silvia?
- Lo quiero todo Dani. Todo o nada. Y puesto que tú no me das nada, ¡quiero el divorcio!
- ¡Por favor Silvia! No me querías hace 6 años y sigues sin quererme ahora.

Silvia parecía dolida, pero pronto cubrió la expresión con la misma determinación que había visto antes. Estaba decidida, y no había nada que Dani pudiera hacer. No sabía qué era lo que Silvia quería de él, pero no firmaría esos papeles.

- Lo que tú digas. Yo te… yo siempre te he… Olvídalo.

Se dio la vuelta y se fue. Dani se volvió a sentar, no se había dado cuenta que durante la pelea se había levantado.

Suspiro, no pensaba que Silvia se fuera a ir, después de todo esta era su casa, pero… el portazo de un coche le helo el corazón, - se va- , pensó. ¡NO!

Silvia apenas podía ver la carretera con todas las lágrimas que caían por su cara. ¿De verdad lo iba a hacer? ¿De verdad lo iba a dejar? Tuvo que parar en una gasolinera porque ya no veía nada. Estuvo una hora en el coche dejando que sus lágrimas cayeran libremente. Cuando ya no le quedaba ninguna lagrima más, estuvo a muy poco de cambiar de rumbo y volver con Dani. Pero se detuvo, Dani estaba demasiado ciego para ver lo que ella sentía y, o el no sentía nada por ella, o era demasiado orgulloso para decírselo. Y ninguna de esas dos opciones le valía. Le había dejado una nota porque sabía que hablando no llegarían a ninguna parte. La facilidad con la que hablaban siendo amigos, ya no existía, y puesto que tenía cosas que explicarle le dejo una nota.

Dani salió corriendo por la puerta pero el coche ya se había ido. Cuando entro de nuevo en casa vio una nota en la mesa del salón. Con manos temblorosas cogió el papel y lo leyó.

Dani, siento haber llegado a esto, pero es lo mejor para los dos. Ya no somos quien éramos y esto no funciona para ninguno de los dos.
La casa será solamente tuya en cuanto firmes los papeles.
Las pocas cosas que tengo las puedes tirar, ya no me sirven. Si lo deseas se las puedes dejar a mis padres.
Te pido que cuides de Hook, porque no me lo puedo llevar conmigo.
Te deseo lo mejor en la vida y espero que seas feliz.
Te q  Hasta siempre Dani
 
Campa  Silvia

Volvió a leerlo varias veces más antes de arrugar el papel y tirarlo a una esquina. Una vez más, Silvia lo había humillado, pues bien, esta vez se tendría que olvidar de ella, no le quedaba opción. Esta vez había sido la última vez que Silvia se reía de él. Miro el sobre que sin darse cuenta había traído con él. No firmaría los papeles, eso lo tenía muy claro. Si Silvia se quería deshacer de él, tendría que luchar.