Silvia trabajo duro para ordenar todas
sus cosas, pero no se encontró más ‘regalitos’. Tampoco se lo esperaba, nunca
había tenido una relación seria, y lo de Charles no contaba. Como esta era ‘su’
habitación, la decoraría a su gusto, y su pequeño tesoro, el baúl, lo guardaría
donde Dani no pudiera verlo. Conociéndolo, se imaginaria Dios sabe que cosas y
exigiría que lo abriera o lo tirara, ninguna de las dos opciones algo que
estaba dispuesta a hacer. Sabía que realmente tenía que decirle a Dani como se
sentía, lo que había sentido todos estos años y enseñarle los recuerdos que
guardaba, pero su orgullo se rebelaba ante esa idea. Primero necesitaba que
Dani le demostrara que todavía sentía algo por ella y hasta ahora solo la había
acusado de engañarlo, y demostrado su enfado por tener un buen amigo. Pero
vaya, había comprado la casa hacia 7 años… Silvia quería preguntarle si
realmente la había comprado pensando en ella, pero seguro que sí. 7 años atrás,
Dani todavía la quería, así que ya sabía la respuesta.
Estaba terminando de limpiar cuando
entro Dani.
- Vaya, sí que has sido rápida. He
visto tus cosas abajo.
- Si, espero que no te importe. Me
dijiste…- La casa es tuya Silvia. Como si quieres tirarlo todo abajo para reformarla, me da igual.
- No, me gusta tal y como está todo. Solo añadiré algunas cosas mías y ya está.
Silvia frunció el ceño, y dudo antes de
hablar.
- Me gustaría cambiar una cosa, pero no
se…
- Lo que quieras, Silvia, ya te lo he
dicho.- La cama. Quiero que te deshagas de la cama.
Dani la miro extrañado
- De acuerdo. Pero ¿porque? ¿Que tiene
la cama de malo, te parece incomoda o algo?
- No, simplemente que al igual que tú
no quieres que yo me acuerde de otros hombres yo no quiero que tú te acuerdes
de otras mujeres, y estoy bastante segura de que por esa cama han pasado
muchas…
- Nunca.
Dani la interrumpió
- Tú has sido la primera y la única
mujer en esa cama. ¿De verdad crees que te faltaría el respeto de esa manera? ¿En
tu propia casa?
- Bueno técnicamente no es mí…
- Siempre ha sido tu casa Silvia.
Siempre. Puedes mirar los papeles o preguntarle a tu padre, que firmo en tu
nombre ya que tú eras menor de edad. Jamás traería aquí a nadie y menos para lo
que tú piensas.
Silvia no sabía que decir. Sabía que
había comprado la casa para ella pero jamás hubiese imaginado hasta qué punto
la casa realmente era su propiedad. Más cosas que sus padres le habían
ocultado. Sonrió.
- Bueno, pues entonces, nos quedamos
con la cama.
Dani tuvo que sonreír. Que Silvia
pensara que él hubiese podido estar con otra mujer aquí, era absurdo. En
Barcelona, si, muy ocasionalmente. Aquí, nunca.
- Por cierto, la semana que viene
volveremos unos días a Barcelona.
- Vale.- He puesto el piso en venta y tengo que sacar algunas cosas.
- De acuerdo.
- Además, mis antiguos compañeros han insistido en prepararme una fiesta para despedirme, y ya de paso celebrar lo nuestro.
- Esta bien.
- Así que llévate un vestido de fiesta o algo.
Silvia lo miro
– ¿Estoy invitada?
- Claro, ahora eres mi mujer. Tú vas a
donde yo voy.- Ah… Claro.
Una de las noches Silvia decidió
sincerarse, realmente quería mejorar su relación con Dani y para ello, tendría
que demostrarle que estaba dispuesta a concederle algunas cosas, aunque ella no
estuviera de acuerdo.
- Mande el anillo de vuelta a Charles
Sintió como Dani se tensaba a su lado.
- Solo quería que lo supieras y no
pensaras que lo guardo a escondidas en algún sitio.
Dani no respondió. Si no hubiese estado
tan tenso Silvia hubiese pensado que se había quedado dormido.
- Se lo mande sin una carta ni nada, ni
lo he llamado desde que me despedí de él. Solo le he devuelto lo que es suyo.
Como Dani seguía sin responder, Silvia
se dio la vuelta y se acomodó para quedarse dormida, pero inmediatamente sintió
como Dani se relajaba y la rodeaba con sus brazos para apretarla contra sí.
- Gracias- susurro. - Tenía miedo de
que…-
- Lo sé. Por eso te lo he contado. Quiero
que confíes en mí.
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