La noche de la fiesta estaban
nerviosos, aunque cada uno por sus propios motivos. Ella no sabía si los
compañeros de Dani la aceptarían. Y él temía ser humillado por ella delante de
sus compañeros y amigos.
Quedaba claro que a ninguno de los dos
les gustaban las fiestas, pero había que ir y Silvia se arregló a consciencia.
Quería estar elegante y encantadora, merecedora de un hombre como Daniel. El
vestido era negro y largo, y un elegante bordado plateado le daba unos toques
elegantes. Llevaba un pronunciado escote y espero que a Dani lo le molestara, Bajo
a la sala donde Dani la estaba esperando y recibió una mirada aprobadora.
Llegaron a la fiesta, donde Dani la
introdujo a todos los compañeros que había tenido. Algunos habían acudido con
sus esposas, así que no estaba completamente sola entre tantos hombres. Después
de unas horas, ya conocía a algunas, y estaba hablando con ellas cuando vio a una
mujer que no parecía pareja de nadie, seguramente una compañera de trabajo.
Pero cuando esta fijo la mirada en Dani, y comenzó andar hacia él con un
sensual movimiento de caderas y una sonrisa calculadora, Silvia aguanto la
respiración. Lo miraba como si lo conociera muy bien, y quisiera volver a
conocerlo un poquito más.
No podía oír de lo que hablaban pero Dani
la saludo efusivamente, como un amigo más. La mujer estaba jugueteando con su
corbata y el no hacía nada para pararla, ni siquiera busco a Silvia con la
mirada, como había hecho con otros compañeros, para presentárselos.
- Es Gisela - le dijo una de las
mujeres que tenía a su lado – y si, es tan zorra como parece.
Silvia miro a la mujer
- Pues ese es mi hombre, y ni esa ni
nadie me lo va a quitar.
Sentía la adrenalina y la rabia que la
consumían y lo único que pensaba era separar a su hombre de esa mujer, aunque
fuera por los pelos. Respiro hondo y decidió cambiar de estrategia, en vez de
comportarse como una loca celosa, iría como una mujer amante de su marido. Solo
esperaba que a Dani le interesara más su mujer que una cualquiera.
- Hola cariño.
Silvia se acercó y se metió entre él y
Gisela. Le dio un beso en la mejilla mientras le paso una uña por los labios.
- ¿Le queda mucho a la fiesta?
Dani estaba sorprendido, pero no lo
mostro.
- Bueno, no sé. Déjame presentarte a…
Silvia se apretó más contra él y
comenzó a darle suaves besos en la mandíbula.
- Anda vámonos. Te necesito dentro de
mí.
El susurro erótico de su mujer lo puso
duro inmediatamente. Silvia le sonrió sabiendo exactamente lo que sus palabras
habían conseguido. Claro que también lo podía sentir de lo apretada que estaba
contra él.
Gisela los observaba con una mueca de
fastidio, claramente había escuchado lo que Silvia había dicho. Sin embargo
todavía parecía pensar que podría meterse en su cama, a pesar de que él le
había dejado muy claro que solo había una mujer en su vida y no era ella.
Silvia lo miraba mordiéndose el labio
inferior mientras sutilmente arqueaba sus caderas contra las suyas. Dani tuvo
que morderse el labio para no gemir.
- Vamos.
Su voz estaba ronca y antes de que pudiera
despedirse de Gisela, Silvia lo arrastro con ella para despedirse de los demás.
Dani vio su cara de triunfo cuando miro sobre su hombro hacia la otra mujer y
le dirigió un triunfante adiós con la mano.
La actitud de Silvia cambio
completamente cuando salieron de la fiesta y se metieron en el coche,
volviéndose fría y distante. Cruzo los brazos y ya no había ni rastro de la
mujer sensual que unos momentos atrás lo había seducido tan hábilmente delante
de otra mujer.
- ¿Se puede saber a qué venía eso?
Silencio.
- ¿A qué juegas Silvia?
- ¿Yo? A nada. Sin embargo tú deberías
intentar ser un poco más discreto con esa amante tuya. Estabais dando un
espectáculo.
Dani sonrió en la oscuridad del coche.
¿Celos? ¿Todo esto porque estaba celosa? Decidió no decir nada, tenía que
llegar al piso para demostrarle lo que le había dicho a Gisela, que solo había
una mujer en su vida.
No le dio oportunidad, cuando el abrió
la puerta del piso se encerró en la habitación de invitados y ahí se quedó. Por
mucho que el intentara abrir la puerta o llamarla, no sirvió de nada. Se pasó
las manos por el pelo, frustrado, y no solo porque su cuerpo no había obtenido
lo que se le había prometido, sino por toda la situación con Silvia. Ella se
enfadaba por todo lo que él hacía, y él se enfadaba con todo lo que hacia ella.
Era una situación imposible de solucionar, así que Dani decidió que tendría que
olvidarse de Silvia y hacer como había planeado desde un principio; una vez que
estuvieran casados, no volver a tocarla nunca más.
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