Sandra
estaba temblando. Jamás había sido capaz de correrse más de una vez en tan poco
tiempo, y sin embargo con Carlos…
Estaba
lacia, saciada… y aun así, quería más.
Carlos
la cogió en brazos sin sacarle las bolas chinas y con cuidado la tumbo en la
cama.
- Abre la boca preciosa.
Sandra
obedeció y su sabor masculino y almizclado le lleno la boca. Era demasiado
grande para hacerle lo que ella quería pero por sus gemidos y Jadeos, eso no importaba.
Lo rodeo con una mano y movió su mano libre para tocarse. ¡Necesitaba correrse!
-
Sandra, ¿qué crees que estás haciendo?
Lo
miro con los ojos muy abiertos.
-
No te que dado permiso para que te toques.
Se
separo de ella haciendo que protestara ante la perdida.
-
Ven, levántate.
La
cogió de la mano y la beso con frenesí, con locura. Sandra jamás se cansaría de
el…
Cuando
la miro, la mirada de Carlos era intensa, hambrienta.
-
Súbete a la campa, ponte a cuatro patas.
Sandra
se lamió los labios nerviosa, aun notando su sabor y obedeció, jadeando al
sentir las bolas chinas aun dentro de ella.
El
primer azote la hizo soltar un grito de sorpresa.
-
Voy a tener que castigarte pequeña.
Chasqueo
la lengua.
-
Eres muy desobediente Sandra. Vamos a ver si podemos cambiar eso…
Le
dio varios azotes más y Sandra cerró los ojos, dejándose llevar por las
sensaciones. Noto un frió gel en el ano y se tenso.
-
Shhh, tranquila mi vida, relájate.
Sandra
respiro hondo e intento relajarse. Sintió como Carlos introdujo un dedo,
ayudado por el lubricante.
La
sensación era enloquecedora y no pudo quedarse quieta, pero cada vez que se movía
un poco, recibía otro azote, haciendo que contrajera los músculos y aumentara
su placer.
Carlos
la penetro con dos dedos, saliendo y entrando despacio, preparándola con
cuidado. Sintió sus labios sobre su baja espalda y sus dientes la mordisquearon
suavemente, causándole más escalofríos.
Noto
algo frió intentando penetrar esa entrada prohibida.
- Oh dios, Carlos…
-
Eso es cariño, relájate. Empuja para que la joya pueda entrar… eso es…
Jadeo
al sentir la joya anal encajada en su interior. Junto a las bolas chinas era
una sensación increíble. Pero antes de que pudiera disfrutar demasiado, Carlos
le saco las bolas chinas, haciendo que gimoteara en protesta.
-
Ah no, pequeña. Estas castigada. No te vas a correr hasta que yo te de permiso.
:D Adoro este Carlos mandon.....
ResponderEliminarPero me quede con ganas de leer más..... *Snif Snif* voy a tener que armarme de paciencia hasta la próxima actualización.....