Sandra estaba terminando de maquillarse cuando escucho
la voz de Carlos desde el salón.
- ¡Venga pequeña que llegamos tarde al restaurante!
Ella sonrió para sí misma. Todos los viernes pasaba lo
mismo, él reservaba la mesa del restaurante temprano, ella tardaba demasiado en
arreglarse y él se terminaba desesperando porque iban a llegar tarde, cosa que
el odiaba. Este hombre siempre tan puntual, pensó ella, después de tantos años
ya debería de estar acostumbrado.
Carlos y Sandra se conocían desde que eran pequeños y
aunque él era unos años mayor que ella, desde que salieron de la Universidad
salían juntos todos los viernes por la noche. Normalmente solían ir a cenar a
algún restaurante, aunque de vez en cuando Carlos se dejaba arrastrar hacia el
cine, solo por complacerla. Eran mejores amigos, pero la mayoría de las
personas decían que la amistad entre un hombre y una mujer termina siempre en
algo más. Ellos eran la prueba de que eso no era cierto. Si, se querían mucho,
pero de ahí a ‘algo mas’… Cuando salían con otras personas, las citas siempre
se dejaban para los demás días de la semana. Los viernes era para ellos, era su
día y nadie podría cambar eso nunca.
A Sandra le encantaba esa familiaridad y esperaba que
si algún día encontraba a su pareja ideal, este no fuera celoso porque ella no
sacrificaría sus cenas con Carlos por nada del mundo. Aunque quizás si
encontraba al amor de su vida…
- ¡Sandra!
La voz profunda del hombre que la esperaba en el piso
inferior, la saco de sus pensamientos.
- Ya estoy terminando. Voy enseguida.
Sonriendo, termino de ponerse los pendientes que él le
había regalado para su 18 cumpleaños, unas pequeñas argollas de oro blanco. Sin
dejar de sonreír, bajo las escaleras para ir a cenar con su mejor amigo.
Dios mío es preciosa.
El pensamiento cruzo la mente de Carlos como todos los
viernes. Su cuerpo sufrió un familiar estremecimiento al verla bajar y se puso
duro. Muy duro. Su reacción era la misma desde hacía años y daba gracias a dios
que ella nunca se había dado cuenta.
- Vaya, por fin bajas- dijo, intentado que no se le
notara el efecto que ella tenía en él, - ya estaba pensando en cancelar la mesa
en el restaurante. Parece que cada vez tardas más en arreglarte.-
Ella se le acercó y le deposito un beso en la mejilla.
- Que exagerado eres cariño. Por si no lo sabias,
tengo que estar guapa por si…
-…encuentras a tu futuro marido. - dijo, terminando la
frase por ella. La había escuchado tantas veces que ya no le sorprendía. Sin
embargo, sintió una punzada de celos al pensar en ese futuro marido, en el que
ella pensaba tanto con lo joven que era.
- Si, lo sé, nunca dejas de recordármelo.- añadió,
cortante.
Si ella noto su actitud desagradable, no dio señas de
ello. Lo conocía demasiado bien para saber que cuando respondía de aquel modo,
era porque algo no le gustaba en absoluto. También había aprendido que para que
se le pasara el enfado momentáneo, ella tan solo tenía que ignorarlo y
dedicarle una de sus mejores sonrisas, y eso precisamente fue lo que hizo.
Lo que Sandra no sabía, era que esa reacción era por
ella. Carlos no lo podía remediar, cuando ella hablaba de casarse, de su futuro
marido y de todo lo que le recordaba que tan solo eran amigos, se le revolvía
el estómago.
Esta me va a enganchar lo veo venir......ah y soy Gelu que puedo poner el comentario de otra forma...
ResponderEliminarPobre Carlos!!!.... Me quedo por estos lados leyendo (por suerte va en el capi 4, asique me voy a continuar, jeje)
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