miércoles, 7 de agosto de 2013

Tentando al Amor - Capítulo 4

Qué demonios… Rebeca miro la caja con curiosidad y un poco de miedo. Había visto demasiadas películas de terror para imaginarse que la caja podía contener de todo. Se agacho y observo la letra con la que estaba escrito su nombre. Era elegante y a la vez masculina. Y habían puesto Becky, en vez de Rebeca… Ethan. Miro a su alrededor por si él estaba observándola y cogió la caja decidida, cerrando la puerta de un portazo. No iba a dejar que se riera de ella así.

Ethan miro la puerta cerrada de Rebeca desde su coche. Se estaba volviendo loco, observándola como si fuera un maldito acosador pervertido… Bueno, lo de pervertido sí que parecía ser cierto. Con las cosas que le había dejado a Rebeca en la caja… ¿Estaría escandalizada? ¿O los usaría pensando en él? Igual ni abría la caja, pensando que contenía algo raro. ¿Reconocería su letra? Seguro que se pensaba que lo había dejado ahí algún tipo enfermo… aunque había puesto Becky para que supiera que había sido él, debía llamar a la puerta para que estuviera segura… o mandarle un mensaje…
Suspiro. No debía haberle comprado nada. Pero había estado tan excitado cuando lo compro, pensando en Rebeca, dándose placer… no se había podido contener y ahora temía haberla asustado. Arranco el coche y se fue a casa, le mandaría un mensaje para que supiera que había sido él y esperaría que Rebeca le pudiera perdonar este impulso.

Rebeca volvió a mirar la caja de reojo, imaginando que podía contener. No se movía, ni hacia tic tac, pero no se atrevía… Ethan se estaba vengando, estaba segura. Pero por muy mal que le cayera, no era cruel ni retorcido, así que dudaba de que la caja contuviera algún bicho muerto o algo así. Pasada una hora, la curiosidad pudo con ella y abrió la caja. Soltó un jadeo. Esto sí que no se lo había esperado… una rosa roja, de las más perfectas que había visto jamás, había sido colocada sobre ¿un conjunto de lencería? Con cuidado Rebeca puso la rosa en un vaso con agua, y saco el sujetador con el tanga a juego. ¡Era de Victoria’s Secret! ¿Pero como…? le encantaba esa marca, aunque no se lo podía permitir. ¿Cómo había sabido Ethan que…? Y en sus colores favoritos, negro y burdeos. El conjunto era seductor y sexy, y estaba tentada de ponérselo ahora mismo. Sin embargo, su vista se posó sobre el resto del contenido de la caja y no se lo pudo creer…

¡Asqueroso pervertido! ¿Quién te crees que soy para dejarme este tipo de cosas en la puerta? Maldito degenerado. ¡Debería denunciarte!
El mensaje de Rebeca le llego antes de que hubiera reunido el valor para confesarle la verdad. O pedirle disculpas. Así que si sabía que había sido él… no pudo reprimir la sonrisa. No se disculparía. Seguro que le había hecho sonrojarse. Se la podía imaginar bufando y mirando las cosas con curiosidad. Sabía que el conjunto le gustaría, se acordaba de que Susan y Marta le habían comprado alguno similar para un cumpleaños o algo y le había encantado. La rosa había sido un detalle tonto, como para suavizar el resto del contenido. El sex shop que había cerca de su casa tenia de todo… y no se había cortado. Solo esperaba que Rebeca fuera tan traviesa como se la había imaginado…

Rebeca estaba estupefacta. ¡Estaba sacando cosas de la caja que parecían sacados de sus sueños más escandalosos! Varios vibradores, bolas chinas, consoladores, esposas, lubricantes, gel de masajes... ¡Había de todo! ¿Pero cuanto se había gastado el pervertido de Ethan en estas cosas? Se mordió el labio, tenía que reconocer que tenía mucha curiosidad por probar todas estas cosas. Preferiblemente con el… Siempre había tenido una parte que ocultaba hasta de sus amigas, pensado que era rara. Leía novelas eróticas, tenía fantasías de las más extremas y jamás había disfrutado realmente haciéndolo. Siempre sentía que faltaba algo... Y aunque había investigado y curioseado por la red, jamás se había atrevido a comprarse nada así. Le daba mucha vergüenza. Se sintió tentada de probar varias cosas, pero se resistiría. Por mucho que le gustara, mañana le devolvería la caja entera a Ethan, con la rosa incluida. Un pensamiento le rondo la cabeza durante toda la noche. Si Ethan le había comprado todas esas cosas… igual era tan pervertido como ella… o más.

Al día siguiente, Ethan vio como una Rebeca furiosa entraba en la oficina, llevando la caja en brazos. Mike y James aún no habían llegado, así que esto iba a ser divertido. Entro en su oficina y soltó la caja encima de su mesa mientras lo miraba con los ojos entrecerrados.


- Maldito cerdo asqueroso.

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