domingo, 15 de septiembre de 2013

Mucho mas que amigos - Capítulo 12

Esa noche fue distinta a las demás. Si, estaban juntos, hablaban, pero algo pasaba. No estaban tan cómodos como siempre y Sandra no pudo evitar preguntarse si era por que trabajaban juntos o porque estaba tan confusa que no sabía ni que pensar.

- ¿Estas bien Sandra?
- ¿Eh? Sí, sí. Solo estoy cansada, es todo.
- Pues me voy.
- No, quédate. Si no ha terminado la peli.
- No importa, ya la veremos otro día. Tienes que descansar. El lunes ya no estas con Laura, y te vas a dar cuenta de lo exigente que soy.

Le guiño un ojo y le dio un beso en la frente.

- Te veo el lunes pequeña.

*-*-*-*-* 

El lunes Carlos llego temprano a la oficina. Había quedado con Rafa, quería hablar con él sobre Sandra. Lo había visto flirtear con ella la semana anterior, y no pensaba tolerarlo más, y no solo porque estaban en el trabajo. Entro en su despacho y Rafa ya estaba dentro esperándole.

- Cuéntame hermanito. ¿Qué mosca te ha picado para que me hayas tenido que sacar de la cama a estas horas?
- Quiero que dejes de tontear con Sandra.
- ¿Por qué? Si no he hecho nada. Ni pienso hacerlo.
- Le estas dando falsas esperanzas, y no quiero que se haga ilusiones con algo que jamás podrá tener.
- ¿De que estas hablando?
- Ella está enamorada de ti. O eso cree. Así que aléjate de ella.
- Yo…


- ¿Cómo has podido?

Sandra no se lo podía creer. Había querido empezar temprano, llegar antes que Carlos para sorprenderle, y al ver la puerta medio abierta se acercó, solo para escuchar como su mejor amigo se mofaba de sus sentimientos. Sentía las lágrimas en los ojos, y quería huir, pero no sabía a dónde. Se sentía humillada, traicionada. Y lo peor era la expresión de lastima en la cara de Rafael. Se dio la vuelta y bajó por las escaleras, no tenía tiempo para esperar el ascensor.


- ¡Sandra! ¡Sandra! ¡Mierda!

Carlos se sentía fatal. Jamás hubiera pensado que Sandra estaría en la oficina a esta hora, y su cara de dolor, de humillación, le perseguiría para siempre.

- Espera hermanito, voy yo.
- Rafa…
- Créeme, no va a querer verte ahora mismo. Déjame hablar con ella, convencerla de que lo hacías por su bien.
- Está bien. Ve.


Rafa la encontró sentada en medio de las escaleras, varias plantas más abajo. No estaba llorando, pero le faltaba poco.

- Hola preciosa.
- Déjame en paz.

Tuvo el descaro de reírse. Empezó a levantarse pero él la agarro para que se volviera a sentar.

- ¿Es cierto lo que ha dicho mi hermanito?
- No.
- Mentirosa.

Sandra lo miro con los ojos entrecerrados.

- ¿Y tú que sabrás?
- Sé que me deseas. Todas me desean. Todas menos mi súper asistente.

Soltó una carcajada. Sandra no entendía a que venía todo esto.

- Solo es algo físico ¿vale? Nada más. No estoy enamorada de ti, ni quiero casarme contigo ni nada por el estilo.
- ¿Si es físico por que no deseas a Carlos?
- ¡Carlos es mi amigo! ¡No lo puedo desear!
- Ya, pues…
Sandra se levantó.
- Paso de escuchar tus tonterías. Tengo que trabajar.
- Está bien, está bien. ¿Es físico no? Pues salgamos algún día, así te puedes cansar de mi físico, ¿y ya te olvidas de mí no?
- ¿Pero qué te crees que soy?
- ¿Te parece bien el sábado?

Sandra se lo pensó un momento.


- Que sea el viernes. 

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