Sandra pasaba de él. Toda la semana había pasado de
él, y le dolía. Hacia su trabajo, y hablaba con él lo mínimo. Cuando él la
llamaba después del trabajo, o no le respondía o le respondía cortante. Estaba
deseando ir a su casa esta noche. Ya era viernes, seguro que ya se le había
pasado el cabreo. O por lo menos lo podrían hablar. Le mando el mensaje
diciéndole que la recogería a las 8, y el mensaje que recibió como respuesta lo
mato.
No
te molestes. Tengo planes. Nos vemos el lunes en el trabajo.
¿Qué planes podría tener? Nunca habían cancelado sus
citas de los viernes, ni cuando estaban enfermos, ni cuando tenían pareja.
Nunca. Salió en su busca pero su hermano entro antes de que pudiera hacerlo.
- Hola hermanito.
- ¿Qué quieres Rafa? Tengo que buscar a Sandra.
- La he mandado a casa.
- ¿Qué? ¿Porque?
- Porque esta noche vamos a salir y se tiene que poner
guapa.
- Muy gracioso.
- Lo digo en serio. Pero no te preocupes, solo va a
ser algo físico. Sus palabras, no las mías.
Carlos jamás había tenido tantas ganas de darle un
puñetazo a su hermano que en estos momentos. Sandra lo había dejado tirado por
su hermano. No se lo podía creer… después de tantos años, y su amistad
terminaba así. Por el capullo de su hermano.
Sandra estaba nerviosa por su cita con Rafa. Hoy
saldrían juntos y si se fiaba de sus palabras igual terminaban juntos en la
cama. Se sentía culpable por Carlos, pero él mismo se lo había buscado, así que
intento no pensar en él.
Habían quedado a las 9 y eran y cuarto, ella ya estaba
lista, y estaba esperando que Rafa la recogiera en cualquier momento. Sonrió al
pensar en lo diferentes que eran los hermanos, uno siempre puntual, y el otro
nunca. Lo esperaría un rato más antes de llamarle. Esperaba que no le hubiera
pasado nada. A las 9 y media Sandra comenzó a desesperarse, ¿qué podía haber
pasado? A las 10 no espero más y decidió llamar. Una mujer cogió el teléfono.
- ¿Diga?
- Si… ¿eh esta Rafael?
- Rafael cariño es para ti.
- Sí. ¿Quién es?
En el fondo se escuchaban los inconfundibles sonidos
de besos y gemidos.
- Soy Sandra.
- ¿Que Sandra?
- La asistenta de tu hermano. La chica con la que
habías quedado hoy.
- Ay, pues lo siento preciosa, es que me pillas
ocupado. No voy a poder quedar. Nos vemos en la oficina vale. ¡Ciao preciosa!
Sandra se quedó con el teléfono pegado al oído después
de que Rafa le hubiese colgado. Unos minutos después, se derrumbó.
Rafael colgó el teléfono satisfecho, y le dio un beso
a la amiga que lo había ayudado.
- Gracias nena.
Sonrió. Ahora Sandra llamaría a su hermano, y por fin
se juntarían. O eso esperaba. Siempre había sabido quien era Sandra y siempre
había sabido que los dos estaban hechos el uno para el otro. Su hermano era
demasiado prudente como para decirle a ella lo que sentía, y ella estaba
demasiado ciega como para ver lo que tenía delante. Esta noche en los que
debían haber quedado, ella lo llamaría rota de dolor, y su hermano como el
caballero andante que era, correría a su lado para consolarla. Y mañana los
dos, lo odiarían a él. Pero mientras su hermano fuera feliz con su chica, eso
le daba igual.
Que tierno el gesto de Rafa hacia Carlos... Pero pobre Sandra!!
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