La dureza de sus palabras la dejo un poco
desconcertada, pero sabía que él era distinto en el trabajo así que se dijo que
debía distanciarse de él como amigo. Sin embargo, no le funciono.
- Cariño, lo siento, yo…
- ¡Nada de cariño! Sandra por favor. Si vas a trabajar
aquí no podemos ser amigos. Por lo menos aquí dentro. ¿Qué pensaran mis
trabajadores si la chica nueva llama ‘cariño’ al dueño de la empresa?
Sandra comprendió inmediatamente.
- Exacto. Se pensaran algo que no es. Y no quiero que
piensen eso de ti. ¿Lo puedes entender?
- Por supuesto señor Márquez.
Carlos soltó una carcajada y le guiño un ojo.
- ¡Esa es mi chica! Ahora ve a desayunar algo a la
cafetería mientras yo hablo con Rafa sobre tu nuevo puesto de trabajo.
Sandra asintió ausente mientras salía de la oficina.
‘Mi chica’ - ahí estaba otra vez, Carlos también se
refería a ella como su chica. Un escalofrió placentero se apodero de ella. Ya
es la segunda vez hoy que me consideran la chica de Carlos…
¿Y si…?
Por un instante Sandra se dejó llevar por la idea de
ser realmente la chica de Carlos, estar entre sus brazos, besar sus labios,
tocar su cuerpo. Rápidamente se obligó a deshacerse de esa idea. Carlos era su
amigo de toda la vida y jamás podría pensar en él como algo más. Además, se
suponía que a ella el que le gustaba era el hermano de Carlos… no el mismo
Carlos.
Rafa estaba sentado en su mesa concentrado en una
montaña de papeles cuando entro Carlos. Su hermano parecía cansado y Carlos
pensó que le pasaba algo, algo que no podía descifrar.
- ¿Que ocurre hermanito?
El arrogante hombre de negocios había vuelto.
- Pensé que habíamos acordado hace muchos años que no
mezclaríamos el negocio con el placer, y esa chica, querido hermanito,
definitivamente la catalogaría en la sección del placer.
Carlos noto como la ira iba creciendo dentro de él al
oír las palabras de su hermano.
- No te acuerdas de ella ¿verdad Rafa?
- Pues no, la verdad. ¿Debería?
- Bueno considerando que es mi mejor amiga desde hace
más de 20 años y ha pasado la mayoria de su vida en nuestra casa, podrías haberla
recordado.
Rafa se quedó pensando un momento para luego abrir los
ojos como platos.
- ¿Esa es Sandy? ¿La chica bajita, plana y con
aparato? Vaya, quien lo diría… como ha crecido la nena.
- ¡Se llama Sandra!
Carlos respondió a su hermano entre dientes, haciendo
un verdadero esfuerzo por no hacerle recobrar la memoria con los puños.
- Sandy, Sandra, ¿qué más da? No debería de estar aquí
y lo sabes.
- Necesita trabajo y me ha pedido ayuda. No pienso
dejarla tirada.
- ¿Ni siquiera por la empresa?
- Ni siquiera por la empresa.
Rafa silbo.
- Vaya. Pues veamos qué podemos hacer por tu chica.
Muy buen capi!!!!
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